Texto de Rafael M. Arteaga
Tomado de la Antología EL PECHO ANTE LA BALA,
Sello Editorial "Fundación Cultural Edgar Palacios"
- « ¡ Vamos!», me invita la noche,
al verme sin compañía,
«a llenar mis alforjas con niños y muertos
antes que el sol aparezca».
Y juntos caminamos por callesjones
nacidos a la sombra de las máquinas,
poblados de ancianas prostitutas,
De seres oscuros en la edad
de convertirse en héroes;
sin lamentos contra nadie, sin memoria
en el asfalto de las grandes avenidas:
la cara que todo pueblo reprime
y oculta a los ojos del viajero.
En las paradas del metro, hay jóvenes
atléticos sin saber qué hacer
con un arma en sus manos.
Y cuando se abren las puertas de los vagones
baja y sube tanta soledad.
Hay túneles llenos de silencio.
donde dejamos la piel.
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- «El tiempo», me dice ella,
«enredó en estas paredes la punta de su madeja
y no puedes extenderla más
porque has tocado el fondo de tus sueños».
- «Me iré aquí», respondo de inmediato,
sin bajar la mirada de sus ojos,
como hierros incandescentes.
- «Otro pueblo buscaré, otras calles
luego de cada revés.
Nunca será demasiado el precio a pagar
por un día más en la tierra».
La noche guarda silencio.
*****
A nuestro paso, una mujer vestida de luto da a luz,
un hombre asoma - de pronto - en los zaguanes
y palidece al vernos frente a él,
mientras la voz de una niña, al fondo,
grita el nombre de tu padre.
Y el que pasa horas en vigilia
con el dilema del ser o no ser ,
golpea las tablas de su cama, grita, difama,
muerde su almohada bajo las sábanas,
mientras los muertos, en sus cajas,
ríen de su suerte con las mandíbulas abiertas.
*****
- «¿Qué es el futuro cuando estoy ausente?»
Pregunto a mi compañera.
- «Nada», responde de inmediato,
«si no has aprendido algo de los viajes.
Él no recordará tu nombre ni siquiera
cuando tus huesos se torcieron ,
lo mismo que un auto viejo
cerca a los hornos de fundición,
admitan que lo mejor de tus días
ardió aquí».
Y mientras me hundo en sus palabras,
añade:
- « El placer del vino,
los idiomas que aprendiste,
es la valija de mano que irá contigo,
las cartas de ausencias y de amores,
los nombres de amigos que quedan en el viaje».
- «Huyes del ayer,
de su insoportable nostalgia
y esta ciudad, con todos sus muertos,
te recibe como a un huésped,
sin pedir nada a cambio».
- «Si buscas ternura, extranjero,
ve a sus calles y deja que el semen
comprimido desde la infancia
acorta la eternidad de tus palabras».
Y en estas casas, cuyas flores
tocadas por el tiempo, caen al suelo
para dar paso a otras,
arderá la leyenda del instante.
en que viví y amé
tal y como debía amarse la vida.