Por Rafael Marcelo Arteaga
Ella tenía hambre de amor
y le ofrecimos tranquilizantes.
y le ofrecimos tranquilizantes.
Oración por Marilyn Monroe, de ERNESTO CARDENAL.
As in the Pink Floy´s song:The show must go on!
Un día
recibí una invitación por email para participar en una encuesta sobre Britney Spears, de cuya voz soy adicto
desde su primera canción. No es una cuestión de edad, es una actitud de vida lo
que nos lleva a identificarnos con el ritmo del canto, la poesía, o los colores
de un cuadro. La encuesta en mención dice: ¿Crees que Britney Spears logrará
pasar al 2009? Si - no. ¿Crees que ella morirá bajo el efecto de las drogas? Si
- no. ¿Crees que se suicidará? Tiene un record de 3.690.456 participantes en
menos de un mes, y creo que irá para largo.
RETAIL THERAPY: Britney Spears and her mom Lynne make a united (and matching) front during a shopping trip at Miss Sixty Tuesday in West Hollywood.
Compra
y venta, ¡he aquí el supremo placer de la realización personal! Los promotores
artísticos y la ingeniería del marketing creen saber lo que el público quiere
cada cierto tiempo: no un león, no una serpiente deslizándose entre las rocas
del desierto, sino una caricatura apenas de estos animales. ¿Cuál es nuestra reacción
ante una cobra en su habitad? Huir, porque su belleza nos causa miedo, porque
hay algo en ella que nosotros hemos perdido definitivamente, y es esa capacidad
de rebelarse.
Britney Spears said "I don't want anyone touching me. I'm tired of everybody touching me."
Los
ídolos como Britney Spears son hermosos y crueles -a la vez-, y ahí está
el veneno que nos fascina y asusta. Pocos son fuertes y siguen otros pasos que
no sean las palabras del representante, las imposiciones de una cadena de
empresarios que se agitan tras cortinas y mueven infinitas sumas de dinero con
cada ocurrencia del artista. La gente no va al circo para aburrirse, asiste a
la función para ver monos cabalgando en corceles, elefantes bailando sobre la
pista, leones que saltan aros de fuego, focas con esferas en sus hocicos, las
mismas que, luego de tantos azotes, más el castigo del hambre, del cautiverio,
en un instinto de sobrevivencia, saltan, brincan; sin darse cuenta el público
que esa imagen desagradable y perversa bajo la carpa es también su imagen en la
vida real: somos los inventores de la guerra, de la bomba atómica, las
computadoras, pero también de la soledad.
No todos los animales del circo se dejan domesticar.
Muchos prefieren no comer, ser azotados, en vez de recibir una zanahoria a
cambio de un movimiento más que complete el show de la noche; se dejan caer
simplemente y mueren, no por los golpes, o las heridas causadas por el domador,
sino porque –al perder el horizonte- ellos son más fuertes que los demás y
saben que una vida en una jaula no tiene sentido.
Creating a name Mike Tyson
Mike Tyson fue grande mientras nos tuvo contentos destrozando
las narices de sus rivales. No fue terrible para nosotros ver a un hombre
sangrando junto a las cuerdas, o desplomarse en
el ring luego de recibir un jab en el rostro. Disfrutábamos verlo retorcerse de
dolor en la lona, hasta su ingreso a una sala de emergencias; al fin de
cuentas, tuvimos cuanto pagamos. Es un mercado y allí no hay complejo de culpa,
sino oferta y demanda. Entonces se levanta la mano del vencedor. Lo cruel es
emoción. La sangre, la saña con los más débiles es el mejor premio a nuestros
espíritus enfermos.
No en vano los periódicos de la crónica roja son los
más vendidos en el planeta, no en vano la invasión a Irak fue transmitido en
vivo para satisfacer nuestro morbo, hasta aburrirnos y cambiar, como si nada
hubiera ocurrido en nuestros corazones, a Discovery Chanel, o a los musicales,
donde la extravagancia de sus artistas, sus infidelidades, son más importantes
que las bombas que cayendo sobre la ciudad.
Hemos
sido educados para ser crueles, fríos y calculadores, impermeables, igual que
un poncho de agua. Estamos acostumbrados a ver la miseria como si fuese un
proceso normal en la vida, y no nos damos cuenta que este mundo es también de
nuestros hijos. Todo es más importante, menos la paz interior y esa rebeldía
que pocos, como Birtney Spears, Tyson o Mohamed
Alí (a quien
sólo su enfermedad logró hacer callar) son capaces de
cultivar. Ojala pronto recuperen el camino y puedan seguir andando, no para
divertirnos, sino para que sigan ridiculizando nuestra torpe manía de callar y
obedecer.
Ps."I just found out about 10 days ago that I must live 300 or 400 yards from Britney Spears... So now I have to move."
– George Clooney, to Newsweek about the hassles of being in Spears's neighborhood