Spanish versión by Rafael M. Arteaga
murió
de alcoholismo
envuelta
con una sábana
en
la mecedora
de
un barco
a
vapor.
sus
libros
acerca
de la temible soledad
sus
libros
del
amor sin amor
es
todo lo que
resta
de ella.
cuando
el inquieto viajero
la descubrió
dio
aviso al capitán
y su
cuerpo fue llevado de inmediato
a
otra parte del buque
como
si fuera la continuación
de
una novela
escrita
por ella.
©2001 Linda Lee
Bukowski
reprinted with permission of Black Sparrow Press
reprinted with permission of Black Sparrow Press
Yo
y Faulkner
es
cierto que estás cansado de oírlo,
pero
volver una y otra vez al mismo tema es
como
si ellos trataran de purificar
lo
que asoma tan extraordinario e importante;
es hecho
por todos
pero
cada cual es diferente en modo y forma
y
cada cual debe asumir que lo que está antes de ellos
e
intentar, intentar de nuevo porque es su modo
personal
de decir su pequeño milagro
su
golpe de suerte
hoy
como ayer y como antes de apurar
mi vino
tinto, escuchando esta sinfonía
antes
de la sinfonía desde mi radio negro a la izquierda
algunas
sinfonías me recuerdan a ciertas ciudades y habitaciones
me
hacen ver que hay gente –muerta ahora- capaz
de
transponer las tumbas
y
trampas y jaulas y huesos y extremidades
gente
que vivió con entusiasmo y locura
plenos
de energía
yo
estuve lleno de milagros en estrechas habitaciones de alquiler
inclusive hoy - luego de décadas de oír -, aún
soy capaz
de
escuchar una obra nueva que es radiante,
como
un fresco centelleo del sol
hay
un sinnúmero de pequeñas
y crecientes sorpresas
en el
firmamento humano.
la
música tiene una extensa e infinita marea de irreverente
expansión
los
escritores son prisioneros de la vista
y de los sentimientos sobre
las páginas, mientras los músicos vuelan en la inmensidad del
firmamento
justo
ahora el viejo Tchaikovski
gimotea y clama
su
sinfonía #5
y es
tan sublime como la primera vez
yo
no he oído por algún tiempo a uno de mis favoritos, Eric Coates
pero
estoy seguro que si sigo con mi vino tinto
y
escuchando
ocurrirá
lo mismo
hay
otros y otros
sí
este
es un poema simplemente acerca del beber y escuchar
música
sé
que repito, ¿verdad?
pero
mirad a Faulkner
él
no sólo que dijo la misma cosa una y otra vez,
sino que también habló del mismo lugar
así
que, por favor, déjame brindar de nuevo por estos gigantes de nuestras vidas:
los compositores clásicos de hoy
y de
tiempos pasados
la
cuerda que apretó mi garganta
quizás afloje
la tuya.
from "Third Lung
Review" - 1992
De
vuelta a la escritura
despierto cerca del mediodía y voy en busca del correo
con mi vieja bata de baño.
el pelo desordenado
con mi vieja bata de baño.
el pelo desordenado
descalzo
camino con cautela sobre las piedrecillas afiladas
del suelo
camino con cautela sobre las piedrecillas afiladas
del suelo
molido aún tras mi barba de cuatro días.
la jovencita de al lado que sacude la alfombra
fuera de su ventana me saluda:
"hola, Hank!"
¡diablos! es como recibir un disparo por atrás
de calibre 22.
la jovencita de al lado que sacude la alfombra
fuera de su ventana me saluda:
"hola, Hank!"
¡diablos! es como recibir un disparo por atrás
de calibre 22.
"hola", le digo
recogiendo las facturas de mi tarjeta Visa, mis bonos de compras,
un aviso del Departamento de Agua y Energía,
una carta de la hipoteca
junto a una demanda del Departamento del Ornato de la ciudad
que me da 30 días para limpiar las malezas del patio.
regreso por el camino angosto
recogiendo las facturas de mi tarjeta Visa, mis bonos de compras,
un aviso del Departamento de Agua y Energía,
una carta de la hipoteca
junto a una demanda del Departamento del Ornato de la ciudad
que me da 30 días para limpiar las malezas del patio.
regreso por el camino angosto
con piedrecillas afiladas
pensando que tal vez debo escribir algo esta noche,
todos ellos parecen
estar encerrados en sí
y sólo hay una manera de tratar a esos hijos de madre.
mis andanzas nocturnas tendrán que esperar.
pensando que tal vez debo escribir algo esta noche,
todos ellos parecen
estar encerrados en sí
y sólo hay una manera de tratar a esos hijos de madre.
mis andanzas nocturnas tendrán que esperar.
©2001 Linda Lee
Bukowski
reprinted with permission of Black Sparrow Press
reprinted with permission of Black Sparrow Press
Tres
Naranjas
la
primera vez que mi padre me sorprendió
escuchando
una parte de la música me preguntó:
“¿qué
es eso?”
“se
llama amor por tres naranjas”
le
contesté.
“muchacho”,
me dijo
“sí
que la sacas barato.”
él
pensaba en sexo
mientras
yo
imaginaba
tres naranjas
allí
tú
sabes cómo éstas se vuelven
anaranjadas
terriblemente anaranjadas.
puede
ser que Prokofiew imaginara
lo
mismo que mi padre
y de
ser así, yo prefiero el
otro
sentido
la
cosa más horrible
que
yo pude pensar
fue
en una parte de mi ser
eyaculando
al final
de
su estúpido pene.
yo
nunca le perdonaré
su
opinión de mal gusto
en
la que estoy atascado.
no
hay nobleza
en
la paternidad.
yo
grito: matad al padre
antes
que haga más
de
lo que él hizo
conmigo.
From
ONTHEBUS – 1992
De
vuelta a la escritura
despierto cerca del mediodía y voy en busca del correo
con mi vieja bata de baño.
el pelo desordenado
con mi vieja bata de baño.
el pelo desordenado
descalzo
camino con cautela sobre las piedrecillas afiladas
del suelo
camino con cautela sobre las piedrecillas afiladas
del suelo
molido aún tras mi barba de cuatro días.
la jovencita de al lado que sacude la alfombra
fuera de su ventana me saluda:
"hola, Hank!"
¡diablos! es como recibir un disparo por atrás
de calibre 22.
la jovencita de al lado que sacude la alfombra
fuera de su ventana me saluda:
"hola, Hank!"
¡diablos! es como recibir un disparo por atrás
de calibre 22.
"hola", le digo
recogiendo las facturas de mi tarjeta Visa, mis bonos de compras,
un aviso del Departamento de Agua y Energía,
una carta de la hipoteca
junto a una demanda del Departamento del Ornato de la ciudad
que me da 30 días para limpiar las malezas del patio.
regreso por el camino angosto
recogiendo las facturas de mi tarjeta Visa, mis bonos de compras,
un aviso del Departamento de Agua y Energía,
una carta de la hipoteca
junto a una demanda del Departamento del Ornato de la ciudad
que me da 30 días para limpiar las malezas del patio.
regreso por el camino angosto
con piedrecillas afiladas
pensando que tal vez debo escribir algo esta noche,
todos ellos parecen
estar encerrados en sí
y sólo hay una manera de tratar a esos hijos de madre.
mis andanzas nocturnas tendrán que esperar.
pensando que tal vez debo escribir algo esta noche,
todos ellos parecen
estar encerrados en sí
y sólo hay una manera de tratar a esos hijos de madre.
mis andanzas nocturnas tendrán que esperar.
01:36
a.m.
a
veces me rio cuando pienso
en
lo que dicen
Céline
a la máquina de escribir
o Dostoievski...
o Hamsun...
o Hamsun...
hombres
sencillos con pies, orejas, ojos
hombres
simples con pelo en sus cabezas
sentados
allí escribiendo palabras
en
medio de dificultades ante la vida
confundidos
hasta rozar la locura
Dostoievski
se incorpora
deja
su máquina para ir a mear
vuelve
bebe
un vaso con leche y sueña con
el
casino y
las
ruedas de la ruleta.
Céline
se detiene, camina hacia la
ventana,
observa afuera, piensa, mi último paciente
murió
hoy, ya no tengo que hacer más
visitas
allí.
la
última vez
pagó
la cuenta del doctor.
en
cambio él es que aquellos que no pagan sus cuentas
de
los viven el día a día.
Céline
regresa, se sienta
frente
a su máquina
espera
un buen tiempo
y
luego comienza a escribir.
Hamsun
se arrima a su máquina de escribir mientras piensa
si
ellos creerán
en
todas esas cosas que él escribe.
vuelve
a sentarse, comienza a trabajar.
él
no sabe lo que es
llenar
una cuarta de página,
es
un inagotable hijo de perra
tan
espléndido como el sol.
sigue
escribiendo.
y yo
me río,
sin
hacer ruido
aunque puedo hacerlo dentro de estas paredes, estas
paredes
sucias y amarillas y azules
mi
gatito blanco duerme
sobre
la mesa
evitando
la luz
sobre
sus ojos.
él
no está solo
esta
noche
y yo
tampoco.
©2001 Linda Lee
Bukowski
reprinted with permission of Black Sparrow Press
reprinted with permission of Black Sparrow Press
Nuevo Barrio
yo escribo
junto a una ventana a la calle
en la planta
baja
de la que si
caigo
lo peor que
puede pasar es ensuciarse mi camiseta
bajo una mata pequeña
de plátano.
mientras
escribo sentado con mi bermuda
(sin abrochar)
la gente pasa
-en su mayoría
mujeres-
y no pueden
estar seguros de
si estoy
completamente
desnudo. Yo
veo sus rostros
que pretenden
no ver
mientras yo sé
que miran bien.
ellos me ven
como yo
sudo el poema,
tal si golpeara
a un cerdo
hasta matarlo,
como cae el
atardecer
sobre el
boulevard Sunset
sobre el rótulo
del hotel
en el que gente
llena de sudor
de Arkansas e
Iowa
pagan demasiado
para soñar
con las
estrellas de cine.
en la puerta de
al lado hay un religioso
que deja su
radio a todo volumen
-tiene
buenos parlantes-
para que yo
entienda
su mensaje.
hay también un
gato blanco
estropeado y neurótico
que viene dos o
tres veces
al día por su alimento
come y se va
pero sólo con
mirarlo
el alma se anima
igual a algo sin cadenas.
y el mismo
joven de la sección
nudista me
llama para conversar
y de pronto se
me ocurre
que debemos
cerrar el teléfono al unísono
pensando un
poco en los demás
algo
tonto.
entonces me llama la mujer para la cena.
comer es
siempre bueno
y más cuando te
esfuerzas lo suficiente
que la comida
es también un
milagro.
el arriendo es
un poco alto aquí
pero mientras
eres capaz
de pagarlo
es también un
milagro
como estar
cuerdo aún
pensando en
armas y en veredas
y viejas
señoras en librerías.
aún hay pequeñas
cosas
que hacer
como rasgar esta
hoja de la máquina de escribir
entrar y comer
sobrevivir así.
hay también un
montón de cortinas
y la mujer que vino
caminando
se balancea en
una
mecedora tras
de mí,
estoy molesto
porque la comida
se enfría
y tengo que
irme
ella no
entiende que
debo acabar el
poema
pero en esta
pobre vecindad
no hay sitio
para el Arte
es lo que es y
yo
oigo rociadores
hay una cesta
de compras
un muchacho en
patinetas,
y yo me
apresuro me apresuro.
por el milagro
de la comida
puede ser que nadie
se enfade otra vez,
en este
y en otros lugares.
Appears in The Wormwood Review #16, 1964 and The Roominghouse Madrigals, 1988
©Linda Lee Bukowski - used with permission
Appears in The Wormwood Review #16, 1964 and The Roominghouse Madrigals, 1988
©Linda Lee Bukowski - used with permission