Texto de Simon Schmid para el Tages Anzeiger
Traducción: Rafael M. Arteaga.
Elija usted el adjetivo que quiera: La bolsa de valores de materias primas
más importante del mundo, la metrópoli más grande de América, el productor más
grande de autos: en todas esas ramas, Sao Paulo es tercero en la lista del top
ten.
"Cuando las reglas de juego son claras, la economía se transforma en un carnaval. El entusiasmo por la inversión y el consumo alientan la producción interna y agitan los mercados externos." Joao Rodriguez, catedrático de la Universidad de Sao Paulo.
Desde que los misioneros
portugueses se establecieron en 1554, la capital financiera de Brasil ha
crecido hasta lo inimaginable, “que New York parece una casa de muñecas frente
a ella”, afirma Alexander Busch, corresponsal del periódico «Finanzas y Economía». Y añade: “En ningún otro lugar de Sudamérica el
desarrollo es tan dinámico como aquí.”
En el sur de Brasil se la denomina también “la ciudad de la llovizna”,
porque en un mismo día se puede experimentar en sus calles las cuatro
estaciones del año; mas ello no sido un obstáculo para que nuestras empresas
suizas se asienten aquí. Ya en 1912 vino
la BBA (fabricante de tecnología de punta), cuando entonces se llamaba BBC, y
hoy el consorcio está presente en todo el país, generando empleo para más de 4500
personas. Con el tiempo vinieron también otras: Clariant, Novartis, Zurich. E
igual los alemanes, para quienes esta ciudad tiene un atractivo especial:
tomando en cuenta las plazas de trabajo generadas en Sao Paulo, las empresas germanas
ocupan el primer sitio; Volkswagen o Mecedes-Benz tienen sus bases aquí, contratando
miles de empleados para la fabricación autos, con millardos de Euros en
transacciones.
Tentáculos económicos hasta en Suiza.
Aun cuando la presencia foránea es fuerte en Brasil, su economía está
orientada al mercado interno, dice Stephan Buser, quien dirige desde Sao Paulo
las operaciones de la Cámara de Comercio Suiza-Brasilera. Y añade: “El camino de las exportaciones a
Europa aún está en veremos.” Un hecho curioso, dado el carácter internacional
del sistema financiero en estos tiempos; sin embargo, la Bolsa de Valores de Sao Paulo y las
acciones de materias primas de BM&F Bovespa están entre las ocho más
grandes del planeta -dentro de la capitalización del mercado. Los bancos como
Itaú o Bradesco operan a nivel mundial. Y uno de los ejemplos más recientes de
su expansión financiera es la compra del banco suizo Sarasin-con sucursal
en Brasil- por parte del grupo Safra.
Pero el crecimiento de la nación no ha llegado sin esfuerzo. El plan, iniciado
por el ex ministro de finanzas y luego presidente de la nación, Fernando
Henrique Cardoso, ha acentuado también
la brecha entre ricos y pobres. Brasil figura hoy en la lista de los 20 países
con mayor desigualdad social en el planeta. Y el sector financiero suizo lo sabe: el gran de administrador de
activos es calificado con notas altas por el gobierno helvético en su último
informe económico sobre Brasil, señalando además: “un creciente número de ricos.”
Un sitio para las lavadoras
También otras empresas se interesan por el aumento de consumidores. La
consultora empresarial McKinsey coteja a Sao Paulo como la ciudad donde se
puede adquirir el mejor detergente para lavadoras. ¿La razón? Buser lo aclara así:
“Brasil experimenta en estos tiempos una creciente prosperidad, parecido a la
bonanza en los hogares suizos durante los años 60 del siglo anterior: mucha
gente tiene la posibilidad real de comprar un auto, exige alimentos de mejor
calidad y llena sus hogares con nuevos aparatos. Digamos como una lavadora, la
misma que para un excelente resultado requiere -por supuesto- de un buen detergente.”
Los “Paulistas” son ricos en comparación con las regiones del interior del
país; igual en el pasado, lo que llevó a las familias pudientes a contratar
varios empleados –de las provincias más pobres- para el servicio de la casa.
Poco a poco ese fenómeno se va extinguiendo, como nos cuenta Stephan
Buser. La bonanza
económica trae también mejores posibilidades de ingresos, y con ello, otros sectores
exigen salarios más altos y derechos sociales; las clases altas –por su parte- reaccionan
llamando a las señoras de la limpieza de modo esporádico, en vez de firmar un
contrato a tiempo completo.
Helicópteros para salvar a un gigante.
El crecimiento de la metrópoli no se detiene. Pese a la crisis de mercados actual, el boom inmobiliario en Sao Paulo sigue adelante -por el momento-.
El mérito de conseguir una igualdad social en Brasil es del ex presidente
Lula da Silva; quien, desde el 2003 hasta el 2011, emprendió el camino de una
serie de profundas reformas. Su programa Bolsa Familia, que es la transferencia
de recursos económicos a los más pobres, fue en principio, muy criticado por
varios analistas económicos que miraban en ello una entrega de limosnas desde
el bolsillo del estado, y luego de algunos años reconocida –incluso por la BBC-
“como el mejor proyecto del mundo”; dando el país un ejemplo de cómo política
social y crecimiento económico de la mano. “Brasil es el único país donde la desigualdad -luego de la depresión
económica mundial- no subió, sino que por el contrario, disminuyó”. Afirma Busch, el corresponsal financiero.
Pese, o quizás debido a ello, Sao Paulo se halla frente a un gran desafío:
el tráfico automotriz amenaza con asfixiar a sus 20 millones de habitantes. Largas colas de autos y condiciones caóticas
son comunes a diario. “Yo antes yo podía asistir hasta a cuatro reuniones de
trabajo en un día”, se lamenta Busch. Avanzar rápido en la gigantesca metrópoli
es imposible hoy. De los miles de empresarios que se movilizan en Sao Paulo,
muchos se “hacen aire”, pues es bien conocido que la ciudad tiene el tráfico de
helicópteros más grande del mundo.