Traducción: Rafael M. Arteaga
A un año de la muerte de Hugo Chávez, Venezuela sufre una gran convulsión social. Las manifestaciones continúan y ponen en peligro al gobierno venezolano.
Nicolás Maduro
busca de cualquier modo frenar las intensas protestas en contra de su gobierno:
extendió el feriado de carnaval dos días más y ha dedicado el 5 de febrero a
exaltar la figura de su predecesor Hugo Chávez en el aniversario de su muerte;
mas, sus esfuerzos hasta ahora han sido inútiles. El país luce convulsionado,
lleno de manifestaciones, calles interrumpidas que provocan el colapso del
tránsito, manifestantes peleando contra la fuerza pública, y milicias civiles armadas
(del gobierno) en defensa de la revolución.
Desde el inicio de las revueltas hay más
de 20 muertos, docenas de heridos y cientos de detenidos que afirman ser
torturados por la fuerza pública; pero el gobierno lo desmiente.
CORRUPCIÓN Y CONTROL DE PRECIOS
La situación en Venezuela se ha
deteriorado de modo constante desde la muerte de Hugo Chávez. La inflación
anual es del 57%, la más alta del mundo. La tasa de asesinatos es de 70 por
cada 100 mil habitantes, una cifra superada sólo por Honduras. La falta de
divisas y los controles a la tasa de cambios han provocado la escasez de
productos importados que, de acuerdo al Banco Central, afecta a un tercio de
productos. El dólar de EE.UU. en el mercado negro es cinco veces más alto que
el precio oficial. El déficit del estado es más del 10% del producto interno
bruto y, de acuerdo a un reciente estudio del Banco de Inversiones Morgan Stanley,
Venezuela no tuvo en el 2013 un superávit de 10 millardos de dólares, como el
gobierno afirma, sino un déficit de 15 millardos.
Tomando en cuenta la disminución
acelerada de su reserva de divisas, los analistas suponen que el país puede entrar
este año en una moratoria de pago ante sus acreedores; lo cual sería grotesco,
si pensamos que Venezuela es uno de los más
grandes exportadores de petróleo en el mundo.
Chávez, hoy venerado como un grande, un
Cristo de los pobres, dejó a Maduro un país en ruinas, cuyas causas fueron y
son ineficiencia, corrupción, expropiaciones, control de precios y despilfarro de
recursos públicos: una cruz ajena que no puede evitar hacer suya. Algunos
observadores dudan –inclusive- que el chofer y ex sindicalista de 51 años tenga
bajo control a sus propias huestes.
GOLPISTAS FACISTAS
Algunos se preguntan ¿cuán grande es el
poder del presidente del Congreso Venezolano, Dios Dado Cabello, cuyo apoyo reside en el ejército, y de los consejeros
cubanos? Maduro ha respondido con brutalidad a las protestas: hizo apresar al
líder de la oposición Leopoldo López, cortó la señal de un canal de televisión colombiana
y suspendió la visa temporal de trabajo de reporteros de la CNN. La semana
pasada cortó relaciones bilaterales con Panamá, porque su presidente pidió una
reunión urgente de la OEA para tratar la situación interna de Venezuela; no
permitirá el ingreso de una comisión de la OEA al país y a cada paso repite que
hay una conspiración internacional en contra de Venezuela, sin presentar
pruebas de ello. El jueves la Comisión de Derechos Humanos exigió al gobierno explicaciones
sobre los informes de detenciones arbitrarias, maltratos y uso excesivo de
violencia de los cuerpos de seguridad del estado.
En el discurso de Maduro las
manifestaciones sociales no son causadas por la actual situación económica y
las altas tasas de criminalidad, sino por grupos golpistas fascistas; pese a
ello, el presidente ha ofrecido dialogar con la oposición, lo que es objetado por
sus líderes, dicen que se trata de una farsa, porque uno es su obrar y otro su
discurso. De acuerdo a encuestas, el 70% de la población cree que es tiempo de
un cambio de curso. La insatisfacción parece extenderse incluso en las mismas
filas gobiernistas de base, sin que hasta ahora hayan plegado a las manifestaciones,
ya por lealtad a la memoria de Chávez, o simplemente por miedo a perder –con un
cambio de gobierno - la ayuda de los programas sociales.
OPOSICIÓN DIVIDIDA
La caída de Maduro podría producirse por
dos causas: que las protestas de estudiantes y la clase media se convierta en
un levantamiento popular, o una revuelta en las propias filas chavistas. ¿Cuándo
podría ocurrir esto? Imposible determinarlo. Luego de la detención de López, María Corina Machado y el Alcalde de Caracas,
Antonio Ledesma, los líderes de los manifestantes, corren un gran riesgo
político, pues las barricadas en las calles afectan de modo directo a las clases
medias y altas porque cortan los pasos de abastecimiento, lo cual agrava la situación.
Incluso entre los manifestantes hay actos
de violencia, que los críticos al gobierno de Maduro tienden a callar. Si
Maduro logra sobrevivir a la presión de las calles, será porque es capaz de desgastar a los manifestantes. Y
mientras a las huestes chavistas el
miedo a un cambio de gobierno hace que juntos se cuiden las espaldas, la
oposición asoma dividida. El grupo de Machado y Ledesma asoma muy distante del liderado
por el ex candidato presidencial, Henrique Capriles, ya que éste aboga por
derrotar a Maduro en las urnas.
Y aún cuando él, a simple vista duro y,
a la vez, incapaz, se mantenga en el poder algún tiempo, el alabado socialismo
del siglo XXI sucumbirá ante la realidad económica, como igual sucedió con el
socialismo del siglo XX. Y lo más probable es el escenario que planteó Felipe Pérez
Martí, ex Ministro de Planificación, seguidor de Chávez: “No derrocará a Maduro
la clase media, sino el propio pueblo chavista, cuando se dé cuenta que su
gobierno es el culpable del desastre económico”.