Sonntag, 16. September 2007

GIORGIOS SEFERIS

The way to the greek poetry

Giorgos Seferis was born in Smyrna, Asia Minor, in 1900. He attended school in Smyrna and finished his studies at the Gymnasium in Athens. During the Second World War, Seferis accompanied the Free Greek Government in exile to Crete, Egypt, South Africa, and Italy, and returned to liberated Athens in 1944. He was appointed minister to Lebanon, Syria, Jordan, and Iraq (1953-1956), and was Royal Greek Ambassador to the United Kingdom from 1957 to 1961, the last post before his retirement in Athens. His wide travels provide the backdrop and colour for much of Seferis's writing, which is filled with the themes of alienation, wandering, and death.
His mature poetry, in which one senses an awareness of the presence of the past and particularly of Greece's great past as related to her present, begins with Mythistorema (Mythistorema), 1935, a series of twenty-four short poems which translate the Odyssean myths into modern idiom. In Tetradio Gymnasmaton (Book of Exercises), 1940, Emerologio Katastromatos (Logbook I), 1940, Emerologio Katastromatos B (Logbook II), 1944, Kihle (Thrush), 1947, and Emerologio Katastromatos C (Logbook III), 1955, Seferis is preoccupied with the themes he developed in Mythistorema, using Homer's Odyssey as his symbolic source; however, in "The King of Asine" (in Logbook I), considered by many critics his finest poem, the source is a single reference in the Iliad to this all-but-forgotten king.

In addition to poetry, Seferis has published a book of essays, Dokimes (Essays), 1962, translations of works by T.S. Eliot, and a collection of translations from American, English, and French poets entitled Antigrafes (Copies), 1965. Here some of his poems:

El papel blanco duro espejo

El papel blanco duro espejo
sólo devuelve eso que fuiste.
El papel blanco habla con tu voz,
tu propia voz,
no aquella que te gusta,
tu música en la vida esa que derrochaste.
Puede que no vuelvas a ganar si lo deseas,
si te clavas a esa cosa indiferente
que te lanza atrás ahí dónde empezaste.
Viajaste, muchas lunas viste muchos soles,
tocaste muertos y vivos,
sentiste el dolor del bravo mozo
y el gemido de la mujer,
la amargura del niño inmaduro,
cuanto has sentido se derrumba sin sustento
si a éste vacío no te fías.
Quizás ahí encuentres cuanto creíste perdido,
el brote de la juventud,
el justo naufragio de la edad.
Tu vida en cuanto diste,
este vacío es cuanto diste,
el blanco papel.

Rosa del desierto

Rosa del desierto, encontrar querías con que herirnos,
más, como el secreto que va a liberarse, te inclinabas
y era hermosa la orden que aceptaste dar
y era la sonrisa como una espada alerta.
El ascenso de tu cielo animaba el universo,
de tu espina se arrancaba el designio del camino,
nuestro impulso se insinuaba desnudo a poseerte,
era fácil el mundo, un simple latido.

Dijiste hace años

Dijiste hace años: En el fondo soy un asunto de luz.
Y ahora todavía al apoyarte en la ancha espalda del sueño,
aun cuando te hunden en el pecho aletargado del pronto,
buscas rincones donde el negro se ha gastado y no resiste,
buscas a tientas la daga destinada
a perforar tu corazón y abrirlo a la luz.

Deja ya de rondar el mar

Deja ya de rondar el mar
y los pellejos de las olas empujando los navíos,
bajo el cielo estamos nosotros los peces
y los árboles son las algas.


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