Bill Gates, en
1983, cuentan sus biógrafos, tras obtener sus primeros US 10.00 billones de
ganancias, tuvo la vaga tentación de compartir los frutos de su trabajo con los
más pobres de la India, por lo que pidió a su secretaria averiguar cuántos
habitantes había en dicho país.
Minutos
más tarde recibió la respuesta:
-Cerca
de 911 millones, y de ellos el 82% son pobres-. Gates reaccionó de inmediato
para sí: aún cuando entregare de mí fortuna un dólar cada día -por persona- durante los próximos 10
años, nunca se podrá solucionar la miseria de su gente.
Y decidió, entonces, abrir el camino
de la riqueza, en vez de repartir limosnas, como exigía la voz de su alma
cristiana: en 1986 Microsoft se alió con otros inversionistas
para inaugurar en Delhi su primera planta de ensamblaje de
computadoras y pronto siguieron otras al sur. Diez años más tarde, las empresas
de la India -aliadas con capitales extranjeros- exportaban tecnología a Estados
Unidos, a Canadá, sede del imperio informático más poderoso del planeta, y al
resto de naciones, ocupando una masa laboral de 165.000 trabajadores, sin tomar
en cuenta las personas que se aglutinan alrededor del comercio, como
proveedores de insumos, vendedores, técnicos…
La nación de Gandhi, gracias a las
políticas acertadas de sus gobiernos, disputa hoy el floreciente mercado de
tecnología de punta -palmo a palmo- con EE.UU., Japón, China y Europa. La
injusticia social allí no ha desaparecido aún y hace falta -se
estima, mientras haya el ritmo de crecimiento y la variedad de producción
actual- otros cien años para mejorar las condiciones de vida de un gran sector
que no tiene acceso a los beneficios del progreso actual; pese a ello, es
agradable saber que el nivel de pobreza bajó al 61%, ¡en un país con 1.117
millones de habitantes para el 2010!
En Ecuador, con 13 millones apenas, ocurre lo contrario: el número de pobresha incrementado durante el gobierno de la “revolución ciudadana”, igual los niveles de corrupción en instituciones públicas y privadas, hasta ocupar un sitio aterrador en Sudamérica: primeros, junto a Nicaragua y Venezuela; la desocupación laboral redondea el 9.7 (de acuerdo a cifras oficiales, que no toma en cuenta las masas de vendedores ambulantes, trabajadores informales y cifras altas de migrantes jóvenes que buscan oportunidades en el extranjero: Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, República Dominicana…); la inseguridad social es insoportable, aunque 12.600 nuevos policías se hayan incorporado al servicio de la comunidad en los últimos cinco años. Las reservas de libre disponibilidad que sostienen la dolarización -y por tanto, la economía del país, bajaron de 6,275 millones en el 2008 a 2,668 millones. La famosa "deuda ilegítima", que el régimen actual desconoció, se sigue pagando, a cambio de recibir capitales frescos desde Pekín (ahora sí "legítimos") para ayudar, no al crecimiento de la producción interna, sino a mantener feliz -con sueldos a tiempo- a su abultada burocracia, con tasas de interés altas (7.02%), como todo moroso que olvida cancelar a tiempo una deuda; en tanto los ingresos del petróleo se esfuman en bonos de pobreza, subsidios, elecciones, creación de nuevos ministerios, armamento, autos de lujopara ministros y sus esposas, fiscales, jueces, alcaldes afines al régimen, compra de medios de comunicación, de edificios de la banca quebrada del siglo anterior para el nuevo aparato de justicia, marchas de apoyo, armamento, la creación de empresas dependientes, no de su capacidad de producción y crecimiento para sobrevivir en el mercado, sino de los fondos del estado.
Un
dignatario que responde a las exigencias de su tiempo, siembra hoy para que nuestros
hijos cosechen mañana bienestar y riqueza; lo demás son pamplinas. Y bien
sabemos –por historia- que el camino del socialismo está lleno de teorías con sublimes
intenciones.En Ecuador, con 13 millones apenas, ocurre lo contrario: el número de pobresha incrementado durante el gobierno de la “revolución ciudadana”, igual los niveles de corrupción en instituciones públicas y privadas, hasta ocupar un sitio aterrador en Sudamérica: primeros, junto a Nicaragua y Venezuela; la desocupación laboral redondea el 9.7 (de acuerdo a cifras oficiales, que no toma en cuenta las masas de vendedores ambulantes, trabajadores informales y cifras altas de migrantes jóvenes que buscan oportunidades en el extranjero: Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, República Dominicana…); la inseguridad social es insoportable, aunque 12.600 nuevos policías se hayan incorporado al servicio de la comunidad en los últimos cinco años. Las reservas de libre disponibilidad que sostienen la dolarización -y por tanto, la economía del país, bajaron de 6,275 millones en el 2008 a 2,668 millones. La famosa "deuda ilegítima", que el régimen actual desconoció, se sigue pagando, a cambio de recibir capitales frescos desde Pekín (ahora sí "legítimos") para ayudar, no al crecimiento de la producción interna, sino a mantener feliz -con sueldos a tiempo- a su abultada burocracia, con tasas de interés altas (7.02%), como todo moroso que olvida cancelar a tiempo una deuda; en tanto los ingresos del petróleo se esfuman en bonos de pobreza, subsidios, elecciones, creación de nuevos ministerios, armamento, autos de lujopara ministros y sus esposas, fiscales, jueces, alcaldes afines al régimen, compra de medios de comunicación, de edificios de la banca quebrada del siglo anterior para el nuevo aparato de justicia, marchas de apoyo, armamento, la creación de empresas dependientes, no de su capacidad de producción y crecimiento para sobrevivir en el mercado, sino de los fondos del estado.
Bill Gates es uno de los hombres más exitosos del planeta y sus complejos de culpa –cuando llegó a la cima- desaparecieron con más trabajo innovador, como las sucesivas versiones del sistema operativo Windows, los acuerdos firmados con la empresa Hong Kong Teleco para desarrollar un servicio de telecomunicaciones de gran capacidad, o las negociaciones con MC-Graw cellular Comunications para poner una red de 840 satélites.
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