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– No te vuelvas retórico – Insistió mi colega de farra aquella tarde. – ¡Qué con estos noveles autores, por darles alguna denominación, qué mismo escriben!
– Viejo – contraataco de inmediato – no me castigues con esas preguntas. Mi vida es complicada como para ocuparme también de tus penas, y déjame más bien alzar este vaso de vino a la salud de sus autores. Qué hablo, vino no: déjame beber ese fuerte de caña que se pide cuando estamos chiros, tal esos brindis de la calle, “los mexicanos”; el aguardientito 120 grados puro alcohol y que para suavizarlo se le añade el jugo de caña: ese cóctel mortífero del que sólo los fuertes de espíritu salen bien librados.
– ¡Dónde está la belleza de la poesía! – Me grita en medio de la taberna. Por fortuna hay mucha gente allí, con otras y más importantes conversaciones; así que nuestras palabras pasan inadvertidas entre la multitud.
– ¿Poesía, quién es esa vieja con nombre de gallina trasnochada? Si es igual a Rudy Rodríguez, o a mi musa de la tecnocumbia, la escultural hechicera; oye, entonces si que está buena.
Yo no espero nada de la ella. ¿Qué esperas tú? Ya basta de sensiblerías de colegio, de ramilletes con flores en tiempos de crisis. Ya tuvimos suficiente con Neruda y ese taller de aprendices que dieron y dan aún la vuelta al mundo, con delicadas y corteses frases de amor que adornan las hojas del papel fino con el que están hechos sus libros. Stop con Lora, con el burrito de Juan Ramón Jiménez, digo con su Platero y yo. No más infamias calumniosas como las que escriben, y se atreven a seguir publicando, nuestros autores de los 40 y 50, junto a algunos vástagos de hoy nacidos bajo sus sombras. Ya es hora de que llegue la inquisición al librero de la esquina, o a tu biblioteca y, luego de un breve sumario, sin derecho a hablar, sean echados tus libros al fuego; detrás tus calzoncillos.
Viva la blasfemia, la maldición de los poetas jóvenes. Celebro la osadía de publicar sus versos y de amargar nuestra cuadratura mental, al creer que sólo cuanto nosotros hemos escrito es sumamente bueno y recomendable para las demás generaciones. Ah, suficiente veneno han bebido ellos de nuestras manos, los hemos intoxicado hasta el punto de patearnos los traseros cuando nos ven en las calles; pero he aquí que la fuerza de la vida es más fuerte que nuestras palabras y allí están ellos, vomitando el condumio de nuestras largas y aburridas tertulias literarias. Déjalos vaciar – primero – sus vejigas, que escupan esas toxinas, ese vinagre que tanto nos esmerábamos por brindarles en cada nueva publicación. Luego vendrán sus obras, e irán encontrando poco a poco sus voces, lo mismo que un río busca su camino hasta llegar al mar.
– Viejo – contraataco de inmediato – no me castigues con esas preguntas. Mi vida es complicada como para ocuparme también de tus penas, y déjame más bien alzar este vaso de vino a la salud de sus autores. Qué hablo, vino no: déjame beber ese fuerte de caña que se pide cuando estamos chiros, tal esos brindis de la calle, “los mexicanos”; el aguardientito 120 grados puro alcohol y que para suavizarlo se le añade el jugo de caña: ese cóctel mortífero del que sólo los fuertes de espíritu salen bien librados.
– ¡Dónde está la belleza de la poesía! – Me grita en medio de la taberna. Por fortuna hay mucha gente allí, con otras y más importantes conversaciones; así que nuestras palabras pasan inadvertidas entre la multitud.
– ¿Poesía, quién es esa vieja con nombre de gallina trasnochada? Si es igual a Rudy Rodríguez, o a mi musa de la tecnocumbia, la escultural hechicera; oye, entonces si que está buena.
Yo no espero nada de la ella. ¿Qué esperas tú? Ya basta de sensiblerías de colegio, de ramilletes con flores en tiempos de crisis. Ya tuvimos suficiente con Neruda y ese taller de aprendices que dieron y dan aún la vuelta al mundo, con delicadas y corteses frases de amor que adornan las hojas del papel fino con el que están hechos sus libros. Stop con Lora, con el burrito de Juan Ramón Jiménez, digo con su Platero y yo. No más infamias calumniosas como las que escriben, y se atreven a seguir publicando, nuestros autores de los 40 y 50, junto a algunos vástagos de hoy nacidos bajo sus sombras. Ya es hora de que llegue la inquisición al librero de la esquina, o a tu biblioteca y, luego de un breve sumario, sin derecho a hablar, sean echados tus libros al fuego; detrás tus calzoncillos.
Viva la blasfemia, la maldición de los poetas jóvenes. Celebro la osadía de publicar sus versos y de amargar nuestra cuadratura mental, al creer que sólo cuanto nosotros hemos escrito es sumamente bueno y recomendable para las demás generaciones. Ah, suficiente veneno han bebido ellos de nuestras manos, los hemos intoxicado hasta el punto de patearnos los traseros cuando nos ven en las calles; pero he aquí que la fuerza de la vida es más fuerte que nuestras palabras y allí están ellos, vomitando el condumio de nuestras largas y aburridas tertulias literarias. Déjalos vaciar – primero – sus vejigas, que escupan esas toxinas, ese vinagre que tanto nos esmerábamos por brindarles en cada nueva publicación. Luego vendrán sus obras, e irán encontrando poco a poco sus voces, lo mismo que un río busca su camino hasta llegar al mar.
Entonces leo en voz alta los versos de Alexis Cusme:
No ofendamos al encuentro de nuestras carnes
con glotonería lírica y estéril.
Ha cesado la etapa del cortejo¿por qué prolongar la falsedad?
Seamos primitivos.
Que lo anormal nos recorrasin pudorosos remordimientos.
*
***
Entre poetas surge tu nombre violentado.
No pretendo defender la irrealidad que me presentan,
la multiplicidad de tus desformas
divagando entre sus voces.
Una poesía tergiversada desplazada sin razón,
arremetida entre saliva y una verborrea contaminante.
Recurrir a ti es un lugar común,pero ellos lo ignoran.
Recurrir a ti es un lugar común,pero ellos lo ignoran.
*
***
¿Cómo extraer de Miller lo asexual,
***
¿Cómo extraer de Miller lo asexual,
lo en cada alba de Bukowski,
la sangre sin manchar entre las páginasde Mailer y Capote,
la cusilería subterránea de Fonseca?
¿Cómo enfrentar al ritmo ronroneante entre mis dedos?
¿Cómo enfrentar al ritmo ronroneante entre mis dedos?
¿Cómo degollar la luz impactada sobre mi iris?
Highsmith recoge gatos sin hogar,
enfrenta a sensibleros por amor a nadie
Highsmith recoge gatos sin hogar,
enfrenta a sensibleros por amor a nadie
asesina luego crea, aborta para regresar al ciclo masoquista.
Y tú desde la descodifícación,
qué tramas además de la palabra?
qué tramas además de la palabra?
to be continued...
Hola,
AntwortenLöschenmuchas gracias por adjuntar mi blog al tuyo, ojala las lecciones te las sean de gran ayuda. Tu blog me parece muy interesante, también lo adjunté al mio.
Paulo
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