Donnerstag, 7. Dezember 2006

MEMORIAS Y CENIZAS


En enero de 1996, la fundación James Joyce de Zúrich, por intermedio de Víctor Vallejo, que por esos días trabajaba en la biblioteca, invitó al escritor Raúl Pérez Torres a la lectura de sus textos y, luego, a un diálogo con el público. Yo, que por entonces aún estaba con mis pies en dos patrias (Indonesia y Suiza), llegué también de viaje y al enterarme de tan grata visita, decidí asistir al encuentro con Raúl, a quien debo mi exilio literario, mis malas noches con lecturas de libros que no logro descifrar aún sus códigos y mi debilidad por el vino.
Mientras llegaba la hora de la presentación, me puse a hojear los periódicos locales y al leer en ellos las noticias sobre el evento de la noche, me sucedió igual que años atrás, cuando los medios del mundo dedicaban sus espacios a las maratónicas jornadas del tenista Andrés Gómez sobre las canchas de arcilla, antes y después de humillar al boy de las Vegas, el también talentoso André Agassi. Tomaba asiento en el avión y empezaba a revisar los periódicos, en cualquier idioma, y aunque no entendiera el mandarín o el ruso, por ejemplo, ahí estaban las fotografías con el Zurdo de Oro alzando los trofeos en Shanghái, Roma, Barcelona, Dubái…Y mientras bebía mi campary con jugo de naranja para calmar los nervios del vuelo, pensaba en las maravillosas jugadas, sus saques, uno de los más poderosos de aquella época; los ases, temidos pos sus rivales, con los que liquidó muchos partidos. Fueron las noticias que yo más buscaba, las que me entusiasmaron durante años y tomé como ejemplo -la disciplina y constancia- cada día de mi vida en exilio.
Raúl Pérez llegó a suelo helvético con los mejores augurios literarios. Y los medios locales se ocuparon de ello. El Volkshaus (La Casa del Pueblo) fue su tribuna, el mismo lugar donde otros autores de la talla de Carlos Fuentes, Octavio Paz, García Márquez, dejaron sus huellas también en la memoria del público.
El escritor ecuatoriano era el punto luminoso aquella noche. La presentación fue solemne y breve, como sólo los habitantes de la región alemana saben hacerlo; igual el discurso de Raúl y la traducción simultánea. El ambiente era caluroso, aunque afuera del salón la nieve golpeaba con insistencia tras las ventanas. Una buena selección de vinos: merlot y cabernet saviñon llenaban las bandejas. Entonces llegó el momento esperado por el público, el encuentro personal con el autor; Raúl abandonó la mesa de presentación, bajó al salón y de inmediato fue rodeado por una multitud ansiosa por conocerle de cerca y de cruzar unas palabras con él.
Yo, mientras tanto, desde una esquina, con mi vaso de vino, escuchaba a los políticos, artistas, economistas y toda esa legión de seres extraños que abundan en tales eventos, dialogar sobre el realismo mágico de García Márquez, el PIB de Haití, el fracaso de la revolución sandinista, la crueldad con que actuaba el ejército salvadoreño contra los pueblos mayas, el nuevo libro de Isabel Allende, el buen fútbol por entonces de Colombia (Valderrama, las extravagancias de Higuita) y hasta la corrupción de la banca ecuatoriana. Esa noche se habló solo de Latinoamérica y la mayoría de asistentes chapuceaba unas cuantas palabras en español, si es que muchos no hablaban este idioma a la perfección.
Cuánta diferencia existe aquí, pensaba yo en esos momentos, con el público, la clase política e intelectual de nuestras tierras tropicales. ¿Cuándo fue la última vez que nuestro presidente leyó una novela? No importa su autor. ¿O los versos de un poeta –alguna vez- alteraron su agenda para hacer una pausa y meditar? ¿A qué función de teatro asistió el fin de semana, sino fue al estadio, durante el clásico del astillero, en época de campaña electoral? ¿Qué idioma nuevo está aprendiendo o perfecciona el que ya sabe? Cada pueblo tiene la clase política e intelectual que merece y, por tanto, que soporta.
La creme de le creme de los intelectuales y políticos rodearon al autor, como el alcalde Josef Eschman, un miembro del gobierno suizo, (allí no hay presidente de la nación, hay un consejo nacional conformado por siete personas que alternan cada año la presidencia). Pálidas madeimoselle, más vestidos y joyas que carnes, con sus copas y cigarrillos hablando de literatura. Luego vinieron las fotos, los autógrafos, las preguntas; algunos, inclusive, habían leído con anticipación, o por lo menos hojeado los textos y ahora lo confrontaban con el autor.
Pero lo que me impresionó estaba aún por llegar. Un hombre, blanco como una hoja sin escribir, con lentes gruesos, se acercó a Raúl, que en esos momentos estaba dedicado a firmar sus libros.
-“Disculpe”-, le interrumpió, -“soy el representante de la editorial Fisher Taschenbuch Verlag”. Y antes que él pudiera decir algo, añadió: -“Hace cuatro años publicamos una antología de la nueva narrativa latinoamericana y nos atrevimos a tomar en cuenta tres cuentos suyos –aunque sin su consentimiento”.
Raúl prestó atención al traductor, sin dejar de mirar al representante de la editorial. -“El caso es que nos gustaría aprovechar su presencia aquí para entregarle el cheque por los derechos de autor de la mencionada publicación”.
Fue una agradable sorpresa. Raúl recibió el cheque y, una vez concluido el evento, esa noche, en compañía de otros amigos, nos perdimos por los bares de Zúrich; el refinado y tradicional Café Odeon, para empezar, luego las oscuras catacumbas del Platz Spizt, hoy desaparecido por completo del mapa alcohólico, hasta el otro día.
¿Qué quedará de sus libros en la memoria de los demás? Eso lo dirá el tiempo, que es el único encargado de dar a las obras su verdadera dimensión. Las discusiones estériles sobre autores y trascendencia quedan justo donde empiezan: en palabras. Y luego nada.

Freitag, 1. Dezember 2006

EL MOVIMIENTO TZÁNTZICO


Por Alfonso Murriagui*
El 27 de agosto de 1962, firmado por Marco Muñoz, Alfonso Murriagui, Simón Corral, Teodoro Murillo, Euler Granda y Ulises Estrella, apareció el Primer Manifiesto Tzántzico, el mismo que no fue un exabrupto sino una constatación de la realidad cultural que vivía nuestro país a comienzos de los años 60; por eso en sus primeras líneas afirma: "Como llegando a los restos de un gran naufragio, llegamos a esto. Llegamos y vimos que, por el contrario, el barco recién se estaba construyendo y que la escoria que existía se debía tan solo a una falta de conciencia de los constructores. Llegamos y empezamos a pensar las razones por las que la Poesía se había desbandado, ya en femeninas divagaciones alrededor del amor, (que terminaban en pálidos barquitos de papel) ya en pilas de palabras insustanciales para llenar un suplemento dominical, ya en 'obritas' para obtener la sonrisa y el cocktail” del Presidente"

En efecto, como afirma Agustín Cueva en su libro “Entre la Ira y la Esperanza”, "los Tzántzicos aparecieron cuando en el Ecuador se había pasado de la literatura de la miseria a la miseria de la literatura y por eso su primera reacción fue la denuncia a los literatos y a la literatura, denuncia que, por supuesto, llevaba ya implícita la severa acusación social que luego formularían de manera directa."

Esa constatación del estado en que se encontraba el país en los campos del arte y la literatura, y las condiciones sociales en que se desenvolvía, conmovió a los jóvenes e irreverentes Tzántzicos e hizo que afirmaran:
"Estaba claro. - no somos extraños como para contentarnos con enunciar que Quito tiene un rosario de mendigos ni que Guayaquil afronta el más grave problema de vivienda de la América, no. Decidimos hacer algo, ¿Por qué? Quizá porque nunca hemos tenido un estudio con paredes revestidas de corcho para evadirnos de esa miseria circundante al arte por el arte; o quizá porque lo tuvimos y a pesar de todo algo nos gritaba, algo nos llamaba en forma urgente: ¿Un llanto, una esperanza de redención, un fusil? Quien sabe"; y añaden: "No decimos que encima de estos restos nos alzaremos
nosotros. No. Se alzará por primera vez una conciencia de pueblo, una conciencia nacida del vislumbrar magnífico del arte. (…)El mundo hay que transformarlo. Nuestro paso sobre la tierra no será inútil mientras amanezcamos al otro lado de la podredumbre, con verdadera decisión de ser hombres aquí y ahora”.
Las intenciones políticas y sociales de los Tzántzicos están claramente definidas desde sus primeras actividades: rechazan los cenáculos y los salones elegantes y van a las fábricas, a las universidades y colegios, a las agrupaciones de artistas y asociaciones de empleados. Su intención es llegar masivamente a los estratos populares, tanto que utilizan, por primera vez en Quito, la radiodifusión para hacer conocer sus planteamientos: por Radio Nacional del Ecuador difunden un programa denominado “Ojo del Pozo”, en el que, dos veces por semana, leen sus textos y sus poemas. Y es más, sus inquietudes derivan hacia la discusión de los problemas sociales, pues organizan y participan en debates importantes como la Mesa Redonda, realizados en Agosto de 1962, sobre el tema “Problemática y Relación del Artista con la Sociedad”, en la que participan destacados pintores nacionales: Oswaldo Viteri, Mario Muller, Jaime Andrade, Jaime Valencia, Hugo Cifuentes, Elisa Aliz y actúa como moderador elDr. Paul Engel; y el Debate realizado en septiembre del mismo año sobre “La Función de la Poesía y Responsabilidad del Poeta”, en la que el expositor fue Jorge Enrique Adoum y la discusión estuvo a cargo de Sergio Román, Manuel Zabala Ruiz, Ulises Estrella y Marco Muñoz.

La presencia de los Tzántzicos, como era de esperarse, despertó la furia de la burguesía y de sus recaderos; Agustín Cueva, en el libro "Entre la Ira y la Esperanza", lo reseña en los siguientes términos: "Ahora: odiado por los derechistas; detestado por los mini y microensayistas que le aplican la cobarde y sistemática represalia del silencio; ignorado por pontífices y periodistas 'sesudos' pero aplaudido en universidades, colegios, sindicatos, etc.; el tzantzismo, tierno e insolente, es, mal que pese a sus adversarios, la verdad de nuestra cultura (y el público así lo siente: los Tzántzicos son los únicos poetas capaces de tener lleno completo en cualquier local donde se presentan). Negación de toda retórica, es, a la vez, nuestra poesía y la imposibilidad actual de una absoluta poesía: es el germen y el fracaso de nuestra ternura; la dimensión exacta, auténtica, de un momento en que el artista toma conciencia del alcance social como de las limitaciones de la palabra. Por eso, entre el acto y el grito próximo al estallido, el tzantzismo se afirma como una forma de arte ceremonial y agresiva, destinada a vencer la capa de inercia, y la barrera opresiva- depresiva que le oponen los detentadores del poder socio-político".

Efectivamente, los Tzántzicos no fueron ni diletantes ni oportunistas, su actitud respondió a una clara militancia política, adoptada, responsablemente y con absoluta convicción, ya que tenían muy claros los problemas sociales, económicos y políticos por los que atravesaba el país, América y el Mundo. En el Ecuador gobernaba una dictadura militar de coroneles, que clausuró el Café 77 y que los tenía fichados como “comunistas peligrosos”. No debemos olvidar que los años sesenta fueron los años de la eclosión revolucionaria. La Revolución Cubana acababa de liberar a la Isla de la dictadura de Fulgencio Batista y rompía con el Imperio, que trataba de controlar una revolución que había estallado a noventa millas de sus dominios y que amenazaba con extenderse por toda América. La figura del Che Guevara era nuestro ejemplo y las lecturas y discusiones sobre los problemas de esa Revolución se habían vuelto cotidianas.

Ubicados dentro de una corriente ideológica y estética de izquierda, sostuvimos la necesidad de una asimilación sustancial del marxismo, así como la imprescindible asunción de una estética coherente, para lo cual penetramos en la textura del naturalismo, del realismo socialista, del surrealismo, del dadaismo y más corrientes renovadoras. El estudio crítico de Nietzche, el existencialismo sartreano, la teoría de la enajenación de André Gorz, la experiencia de la premonición de los cambios evidenciada por Frantz Fannon en la revolución argelina, etc., también nos fueron útiles. El nuestro fue un arte militante, consciente y claro de sus cometidos. Esto marca una gran diferencia con movimientos aparentemente similares, como el Nadaísmo colombiano. Trabajamos con espíritu de cuerpo, desplegada nuestra sensibilidad y creatividad vivimos, actuamos, sentimos, produjimos, polemizamos, argumentamos, removimos y potenciamos. Pasamos de la etapa de la denuncia a la protesta y de ella a la propuesta, al esto-bello que concebíamos, en una estética probablemente no plenamente resuelta, pero nuestra.

Los Tzántzicos fueron políticos, militantes revolucionarios, sino todos, la mayor parte de ellos; no hacen falta nombres, fechas, ni partidos. Ellos lo saben, algunos después renegaron, se convirtieron en empleados o asesores del sistema. Esa fue precisamente la causa para el rompimiento del tzantzismo: el aparecimiento de “nuevas corrientes” que impusieron su oportunismo derechizante, que, por cierto, no lo habían perdido nunca y que les ha servido para llegar a las más altas dignidades de la cultura nacional, que incluyen jugosas prebendas y prósperos negocios. Uno de los más importantes actos políticos que realizaron los Tzántzicos, fue la organización de la toma de la Casa de la Cultura, realizada en Agosto de 1966, con el propósito de expulsar a las autoridades nombradas por la dictadura militar. En esta acción, que se la denominó posteriormente “revolución cultural”, se demostró su capacidad de lucha y de organización y junto a la Asociación de Escritores Jóvenes del Ecuador, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUE), la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) y la Federación de Trabajadores de Pichincha FTP) lograron cambiar, aunque momentáneamente, las condiciones en que se desenvolvía la institución rectora de la cultura nacional que, al poco tiempo, volvió a caer en manos del oportunismo, como se señala en el No. 9 de la Revista Pucuna, febrero de l968: “Las últimas actitudes de Benjamín Carrión y Oswaldo Guayasamín no solo han cuestionado la autonomía de la Casa de la Cultura sino que evidencia claramente el fracaso político definitivo de las viejas generaciones inspiradas en principios liberales. Junto a la posición de Asturias, embajador de un gobierno que asesina patriotas en las calles, a las vacilaciones claudicantes de Neruda, constituyen el último estertor, el derrumbamiento catastrófico de una manera de ver, pensar, sentir y actuar, el colapso de un modo de enfrentarse con la vida y la cultura”... “El intelectual no puede eludir una respuesta sobre la política nacional y mundial, tiene que hacer efectiva su actitud de integración popular, aún a costa de su tiempo, su tranquilidad, su vida. La condición de un escritor o artista tiene que evidenciarse en su capacidad de lucha contra el orden imperante”.

*Quito 1929. Miembro fundador del movimiento tzántzico. Fue durante muchos años periodista y profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Durante 25 años, ha dedicado su vida a la defensa y difusión del Arte Popular. Actualmente sigue trabajando en poesía, narrativa y dramaturgia; es miembro del Comité de Redacción del Semanario Opción.

Donnerstag, 23. November 2006

LA POESIA DE AUGUSTO RODRÍGUEZ



“La mejor poesía se sigue escribiendo en los baños públicos” *

Por Diego Velasco Andrade
Universidad Católica de Lovaina, Bélgica

Entre la diversidad y variedad de nuevas voces y tonos en la joven poesía ecuatoriana, destacamos aquella de Augusto Rodríguez, con su registro parco, prosaico y minimalista, fulgurante.
Su Arte Poética es deliberada y conciente: zaherir con palabras comunes la idea del poeta “pequeño dios” o la fatuidad del poeta sermo nobilis que detesta al sermo vulgaris; destemplar el cuchillo de algún nuevo poeta decapitado; o sacar soberanamente la lengua, al monje y vate, instaurador de canónicos cánones, en secretos países y folletinescas comarcas.

“Me escondo en el corredor y sigo pensando que no hay nadie.
es inútil respirar
cuando tenemos la muerte tan cerca” 

Su prosaica expresión es premeditada, asumir el tono del peatón angustiado, tartamudo y vulnerable; tropezando entre excrementos de perro y literarios fetiches, que se atraganta diariamente de pastiches y echa a volar en el tumulto, aviones impresos de garabatos. Para Rodríguez, la esencial poesía, parece estar simplemente ahí, en lo intrascendente, en lo melifluo y banalmente cotidiano, no hay pues necesidad de poner a hervir esotéricas retortas y alambiques porque:
“Nada somos mas que un poco de sol
en los ojos
y aire movido por los labios”

Quizás Augusto Rodríguez quiere advertirnos, que si nos detenemos a mirar la poesía con los cristales del animal poetikus que todos llevamos dentro, ella se pasea desnuda ante nuestras narices y rebota juguetona en el fulbito de la calle, duerme descobijada frente al cajero automático o se la lleva cualquier día, sin pena ni gloria, el camión de la basura o aquel de la funeraria:
“Mi cuchillo tiembla en mi puño.
No hay nadie en la casa,
me escondo en el corredor
y sigo pensando
que no hay nadie”

Para Rodríguez la mejor poesía y, -advertimos que a veces la peor-, se estampa en las paredes del gran libro-ciudad; se puede aceptar como anónima, “chola” y descachalandrada; asume las voces del inventor de monadas y anda más “chira” y solitaria que la cola de un perro vagabundo, cargando a cuestas su impecable y sarnosa vacuidad.
“¿quién pudiera ser
todavía un niño que juega al balón
y no tuviera miedo
de envejecer o morir?”

Clandestina de sí misma, y sin posibilidad cierta de reconocerse en los ojos del poeta exquisito y cultivado, se asume con fiereza en el pellejo de algún poeta suicida y funámbulo, a quien nadie retratará en la crónica roja o, en la página cultural del pasado-mañana:
“Mi corazón estallará como piñata de fiesta
De lo que un día fui no queda nada
solo vómitos de transeúntes
la borrachera es la última victoria
en estos días
la mejor poesía se sigue escribiendo en los baños públicos”

* Fragmento y adaptación del ensayo: 2001, Odisea del poeta, Nuevas poéticas en la Literatura del Ecuador o, Contra el sermón del canon y de sus acólitos inquisidores, que K-Oz Editorial publicará próximamente

Dienstag, 21. November 2006

TRAS LAS HUELLAS DEL POETA VICENTE ROBALINO

Como todos los buenos o bien mueren o bien desaparecen sin dejar huellas tras suyo, nadie sabe dónde se halla hoy y a qué se dedica el “poeta de El ejido”, tal fue su código en el club de los poetas malditos -y hoy decapitados, de aquellos años en los que John Lennon y Aladino se daban un mano a mano en los oscuras rockolas de la 24, -para comenzar y terminábamos al otro día en los hornados de santa clara, als die welt noch in ordnung war, (cuando el mundo todavía estaba en orden), de acuerdo a las palabras de Rolf Wild.

Vicente Robalino (1962) perteneció al taller que coordinaba Miguel Donoso Pareja (1982-1984), publicó en colectivo aquel libro –que hoy sólo provoca nostalgia, llamado Posta Poética, en el que constan, Fernando Balseca, Fernando Itúrburo, Victor Romeo, Aníbal Farías y Francisco Torres. Hizo lo justo en el tiempo preciso y luego desapareció: que estas líneas sean un brindis por sus trabajos y su memoria.


COEXISTENCIA PACÍFICA

Si dejamos de lado pequeños resentimientos

pugnas entre la noche y el día

rencores almacenados

concluiremos fácilmente que en este planeta

como lo llamaría un escolástico:

insigne laberinto de contradicciones

todo lo resuelve la amistad.

Ya lo proclamaron en 1789:

igualdad libertad y fraternidad

los ejemplos son numerosos:

inquilino dueño de casa

campanas difuntos

dios alá

leningrado las vegas

banqueros estafas.

He allí nuevamente la buena amistad

sin lugar a dudas nos hallamos en un plano amistoso:

¿podría prestarme su esposa?

HISTORIA DE AMOR

Mi desconocimiento de las ciencias exactas

me impide establecer un cálculo

más o menos aproximado

más o menos confidencial

a tal punto que apenas me atrevo a echar

en el mar tormentoso de las conjeturas

una fecha: ¿14 de octubre?

Desde que la miré

mientras el otoño arrojaba

pétalos pájaros y cosas similares

ella intentaba adentrarse en mis dominios

no se quién la hizo pasar

pero allí estaba.

La luna dejó de latir

metió sus orejas en la madriguera

yo me armé de valor

y adelante:

“qué hermosa eres amada mía

son palomas tus ojos

vistos a través de un velo”

para poder describir su impetuoso cuerpo

el ritmo eufórico de sus caderas

la pendiente y curvas de sus territorios

requiero la elocuencia becqueriana

-confieso que la dicha me ahoga-

un CD de agustín lara

hace aflorar mis sentimientos

¡estoy perdido!

cómo decirle que lo nuestro ha comenzado

por ti cruzaré a nado el pacífico

seré voluntario en la tercera guerra mundial

prometo reconciliar las extremas derecha e izquierda.

-Escúchame un momento-, dijo malhumorada

-a mí no me convencen tus versos

pagas o llamo a la policía

todo estuvo escrito en el libro de la vida.

UN ERUDITO POEMA O PROBLEMA TOMADO DE LA VIDA REAL PALPABLE CON MIRAS A CONMOVER SENTIMIENTOS Y A HERIR IMAGINACIONES

Si alguna vez el acaso o el azar

te pone en contacto con esta página

calla para siempre su contenido

no se trata de una perogrullada

-aquellas que suelen escribir los nobel-listas-

sino la absoluta realidad.

Sucede que no saluda con nadie

escribe hasta en los troncos de los árboles

formula interrogantes

indago por la quinta pata del gato

perdida en los espejos de tus ojos

desde la rama más elevada anuncia:

“entrego mi primer manifiesto

no quiero hacer comentarios

solo que estoy en contra de tales escritos”

urge una consulta

médicos-brujos-sicólogos-adivinas

discuten se acaloran diagnostican

el caso es grave

adolece de encefalocardioensueñoenteritis.

Ha muerto

su teorema de Pitágoras

va hacia las constelaciones

se convertirá en el oso mayor

le obsequian un bouquet de olorosas flores

él se precipita sobre la prolongación de un beso

lo parte en dos

instala el siguiente letrero

se venden versos del siglo XX y principios del XXI

informes aquí

lo dicho ni una palabra a nadie

de cuanto has leído

es un secreto profesional.

LA DESOBEDIENTE SUSANA OTRA VEZ EN EL FOSO DE LOS LEONES

Era simpática, no se si hasta hoy

aunque pasaba de los treinta

el tiempo no se había preocupada de desmejorarla:

ágil complaciente

dispuesta a reconstruir las doce estaciones

en la cama y en pleno marzo

pero como las buenas se mueren o se van

ella decidió lo segundo

cierto día

no amaneciendo aún

cuando hablábamos del sol y de la luna

de música para el corazón

se presentó ante nosotros jehová

envuelto en una inmensa nube

abrió sus profundos ojos y dijo:

¿debajo de qué árbol estaban pecando?

de un corpulento guabo

¿no les he dicho repetidas ocasiones

que el domingo se hizo para descansar?

deberías estar en el templo

entonando himnos y alabanzas

piedad señor

no descargues sobre esta alma pecadora

tu justa furia

te prometo no ofenderte más

¡calla perversa!

llévenla otra vez al foso de los leones

los felinos al ver a la escultural susana

detuvieron la furia

la colmaron de atenciones

y uno de ellos le propuso matrimonio.

Jehová miraba lleno de envidia

el desarrollo de la luna de miel.

LA NOBLE UNIÓN

Esta que ves aquí de andar ligero

ojos vivaces tal vez como la nieve

desenvuelta y tan dueña de sí misma

esta –digo- vio el alba por vez primera

el día vigésimo de la pascua florida

En un sobrio castillo de los Alpes.

Recibió el sacramento del bautizo

en la gran fiesta de navidad

apadrinárosla el conde-duque de Vadim

y la marquesita de Aviñón.

Muy pronto convirtióse en legítima heredera

Condesa Brigitte le llamaron

para hacerle la entrega del vasallaje de Tierrángida

protegida por nuestro rey Alfonso el Continuo

omnímoda propietaria de lo conquistable

en víspera de contraer terceras nupcias

con el joven príncipe de Astracán y Villahermosa

es de esperarse

que el altísimo derrame copiosas bendiciones

y la noble unión fragüe la felicidad

tantas veces buscada.

CIERTO TUFILLO PLEBEYO

Hoy es un día lluvioso para los que se ajetrean

tratando de cubrirse y lamentar que una gota más

podría causar un serio disgusto en el ánimo de nuestro rey

fue cuando los paladares de las campanas alborotaban

regando altisonancia en la durmiente ciudad.

Creímos que había llegado santa claus

pero la guillotina no estaba precisamente para afeitarse

quedando así cumplidos y sellados sus designios

¿tendría tiempo de arrepentirse?

¿y las caballerías?

quiero decir los dos bandos que cerca del huerto de los olivos

se disputaban el amor de Urganda la desconocida

mientras ella andamiaba en un alto pilar

especulaba acerca de la fugacidad de la vida

a propósito de una mentadas coplas

que las había escuchado en versión latina

realizadas por Milton -encargo de nuestra reina

Margaret (la Indolente.)

Escucha que distante arriba cierto tufillo plebeyo

baja hasta el salón de los cristales para tomar un oporto

-de pronto me doy cuenta que a puro galope cruzan la página-

y piensa que esto no es posible

según intuiciones vesperales

la jaqueca matutina no era propiedad de Esculapio

entonces Ficios esculpe A LA MEMORIA DE LA JAQUECA

DE NUESTRA SEÑORA

y perpetúa por primera vez un malestar de corte.

Ya hemos llorado lo suficiente y el muerto no se quiere ir

contratamos a un cochero pero la viuda es la más afectada

para ahuyentar el recuerdo han quemado la piel

de asno con aceite de bacalao

solo así parece estar todo en perfecta calma.

X

Las miradas de los ángeles caerán

sobre los cuerpos arrepentidos.

La oscuridad recostada en la tierra

seducirá a los justos.

Respetables pecadores

pernoctarán

en la memoria del verdugo.

XV

Nos ha quedado la noche

para que pesemos

la miseria de nuestros días

y envidiemos a los árboles

que viejos y deshabitados

aún sostienen el cielo.

Dienstag, 14. November 2006

ENTREVISTA A FERNANDO NIETO CADENA*

Por Fernando Itúrburu.


Tu poesía empieza a ser conocida durante los años 70, alrededor del trabajo del grupo Sicoseo. Pero eso, en cierta medida, es el resultado de un proceso que se venía dando desde los años 60. En tu caso, cuáles son las fuentes personales, artísticas, ideológicas e intelectuales que estructuran ese proceso que desemboca en Sicoseo. Dentro de ese proceso, qué importancia tuvo y tendrá (luego ya, en Sicoseo, en el FADI –Frente Amplio de Izquierda-, el Frente Cultural) la política, el marxismo, las dictaduras militares y el rol de lo que Gramsci llamaba el intelectual orgánico ¿Y de qué manera tus poemas se ven afectados por esas coyunturas?

Bueno, creo que nuestro comportamiento era más de intelectuales orgásmicos que orgánicos, con un venturoso ingenuo romanticismo presuntamente de intelectual comprometido, a la manera de un siempre mal asimilado Sartre, en espera de tropezarnos con la revolución a la vuelta de la esquina estando muchos de nosotros (ah, los de entonces que ya no bebemos ni escribimos lo mismo) de regreso de donde nunca estuvimos. El candor juvenil, dirían los abuelos. De pronto me vuelvo a encontrar sicoseándome el mate para descubrir a balón pasado cómo la cuestión política se empiernó, con mi trabajo literario.

Desde hace mucho, desde que asumí mi elemental y primitiva condición de poeta (a la manera del fraterno Roque Dalton): algo así como un desescritor de cotidianidades. Mi consigna existencial ha sido que todo tiempo pasado siempre fue peor. Trato de recordar y me encuentro que en realidad quiero saber si existió algo que de manera tan solemne, grave y almidonada respondió al membrete de FADI; como casi todo, una imitación servil de lo que se hacía en otros territorios, en Uruguay concretamente. Lo del Frente Cultural fue una vaina de la gente abrigada por La bufanda del sol, a la que Sicoseo correspondió por aquello de que también los guayacos nos vestimos con las modas de la culta izquierda que oraculizaban el advenimiento triunfal de esos tiempos que el delirante/hilarante (hoy lo sabemos) Bob Dylan proclamó. Y ya hemos visto cómo cambiaron. Eran los tiempos gozosos cuando el Che todavía no era una camiseta de consumo de post adolescente clasemierdero y hasta nos creímos que la palabra, la poesía era un arma de combate, sin percatarnos de la admonición anticipativa de lo dicho por Alberti a través de Serrat: se equivocó la paloma. No porque haya sido un error abrazar el marxismo con sus enseñanzas que no pudimos, no quisimos o no supimos vivirlas más allá de la pose a lo pensador de Rodin.

Eduardo Galeano alguna vez dijo que los asumidos como intelectuales de izquierda por nuestra propia cuenta y vanidad nos convencimos que el pueblo (esa entelequia que nunca comprendimos bien qué denotaba el vocablo) no sólo era mudo (por aquello de prestarle la voz) sino también sordo, ya que nunca escuchó nuestras iluminadas palabras y siguió votando por sus explotadores de ayer, hoy y siempre. Sólo que ese indescifrable pueblo ni era mudo ni era sordo. Sucedió que no servimos para ser la conciencia crítica de nadie porque ni siquiera supimos ser conciencia crítica de nosotros mismos.

Esto resume, supongo, y explica lo que escribí y por qué ahora escribo lo que escribo. Tal vez esto me salvó de caer en el panfleto y me evitó la vergüenza de escribir loas y advenimientos de insurrecciones triunfantes a punta de versos bien intencionados para conmover a los comisarios de turno.

Cada vez que puedo repito lo que el enfebrecido Hölderlin mascullaba en sus repentinos saltos a la cordura, para qué poetas en tiempos de miseria. Todo mi trabajo literario pretende ser más que una respuesta a esa pregunta, una constante indagación para descubrir para qué la poesía en un país como el nuestro, dolarizadamente corrupto, derrotado por la mediocridad. Lo de dolarizado no significa que sólo a partir de la dolarización la clase gobernante-dominante (para usar un viejo memorable estribillo de aquellos edénicos tiempos cuando aspirábamos a ser algo así como los animales puros del aforismo aristotélico) sea corrupta. Siempre lo fue, desde mucho antes de inventarse a nuestro paisito de bolsillo.

…Si de algo presumo y conservo de aquellos fundacionales (je je) tiempos sicoseantes es mi capacidad para seguirme indignando ante los desmierdes del mundo, conservo casi intacta mi capacidad para pelearme y buscarme enemigos por el simple hecho de contradecir la estupidez humana cuando osa tropezar conmigo. Desde mi más temprana edad a eso que llaman inteligencia emocional la mandé al carajo. Y en esto algo o mucho tuvieron que ver los no muy sacros textos marxistas que me convirtieron en la oveja roja de mi familia.

Ya en Sicoseo ¿Cómo se redefinió tu trabajo poético, qué cambió en tu persona privada y artística? ¿Qué valor le das al breve lapso que duró el grupo y, no obstante, dejó algunas cosas expuestas en el tapete?

Más que una redefinición de mi trabajo poético, Sicoseo fue un punto de partida para esclarecer el cómo y por qué de un discurso que trastabillaba sin encontrar una tradición que no sea la complacencia de la mediocridad asfixiante. La fugacidad de Sicoseo sirvió para desolemnizarme y mirar con desconfianza la vocinglería retórica, municipal y espesa de esos tiempos que, supongo, fueron iniciáticos en más de un sentido para quienes intentábamos encontrar una personalidad más allá del provinciano aplauso que se regodeaba con el recuerdo de los tótems nutricios de una ecuatorianidad nunca demostrada su existencia, pero autosatisfecha en su lamentación acomplejada. En realidad me ayudó a faltarle el respeto a los nombres y mitos consagrados y definitorios dentro de eso que ahora la moda llama canon y que no ha sido más que una triste procesión de nichos mortuorios bobaliconamente venerados. De pronto descubrí que no tenía un pasado al cual asirme por lo que debí fabular una tradición fuera de la patriótica histeria historiográfica y encontrar apoyos en literaturas que, después de todo, nunca fueron foráneas si es cierto eso de que la patria de los escritores es el lenguaje. Contradictoriamente tal vez fui -en exceso- cartesiano en lo de la duda metódica, aunque en realidad para mí la consigna precisa nunca fue el cogito ergo sum sino el coito ego sum.

Sospecho que lo más relevante de Sicoseo fue que mantuvimos durante algún tiempo, unos más otros menos, una actitud algo homogénea ante la literatura que, por entonces, fue también una actitud ante la vida. No duró mucho porque la vida es intransigente y se dedicó a cooptarnos, también a unos más y a otros menos, dentro de ese carnaval de vanidades bien administradas que presuntamente es lo que de alguna manera llamamos carrera literaria, la fama y sus oropeles grandilocuentes. Por otra parte Sicoseo me ayudó a autoconvencerme que la única manera de escapar al enmohecimiento literario era escapar del solar nativo para desde lejos asistir a la parodia de país donde nacimos, sumido en un país (aquí donde he decidido quedarme) que como bien se sabe tampoco canta mal las rancheras de la mixtificación social.


* Adaptación realizada para la revista Luz Lateral de los Talleres Literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana

Freitag, 10. November 2006

FLORES MUERTAS

La presentación del libro Las Partes, del autor Fabián Guerrero, en la C.C.E.

Rafael Marcelo Arteaga


Cuando Charles Baudelaire, en 1857, presentó su libro Les Fleurs du Mal, cuyo título maravilloso tiene perfume a canabis y a opio, (alucinógenos de uso común entre los artistas de la época), nadie, a acepción del autor y la editorial quiso hacerse cargo de su presentación: salió simplemente a la venta y luego de tres semanas fueron confiscados todos los ejemplares. Su autor debió pagar una multa de 300 francos, lo mismo la editorial. La sociedad entera se sentía ofendida con el libro y se avergonzaba al encontrarse con el autor en las calles; aún así, lo que fue innoble y depravado, llegó a ser con el tiempo una de las mejores obras que el poeta dejó como legado a la humanidad. Allí está la fascinación ante el dolor, la muerte, la rabia y la sordidez buceando a gritos en las frías tumbas de la moral del siglo XIX.

Qué abismo más grande existe hoy entre la creación y la responsabilidad del autor ante los sucesos y el tiempo en el que le toca vivir. Estamos en una época donde la publicación del manifiesto amiguista es descarado y por tanto insoportable: yo te alabo, tú me alabas.¡Bienvenido al club!

A acepción de algunos nombres que vale la pena rescatar (Abdón Ubidia, Edwin Madrid, Leonardo Valencia, Alfredo Noriega, Ramiro Oviedo (estos últimos en el exilio), los jóvenes escritores del país, no contagiados aún de aquel virus), pregunto, ¿a qué se ha reducido la literatura –y las artes en general- de nuestro medio? A simples quejas, a rebuscamientos intrascendentes, vaguedades y deslices de la lengua sin innovación alguna o propuesta literaria novedosa; y sus autores a cómplices de la situación actual, que no han podido o no quieren tomar una actitud definida y de responsabilidad con el tiempo presente. Son simples fantoches, no siquiera bufones, que luchan entre sí por hacerse dueños de un circo ajeno.

No se trata siquiera de bohemios, anarquistas o degenerados (pero genios) que actúan en contra del algo o alguien, sino de oportunistas que se agitan movidos apenas por el olor de la gloria pasajera, el status; sin luces ni caminos para orientar a las demás generaciones, y que pasarán al olvido, más pronto que tarde, con la satisfacción personal de haber llenado la sala con un libro intrascendente, usando el membrete de una institución que hace mucho perdió la brújula, se alejó de la gente común, de sus objetivos para los que fue creada y se entregó de lleno al sistema imperante.

No hay grandes rompimientos en ellos, no sacrificarán nada por la literatura, sólo cuidarán sus puestos conseguidos luego de jugar tantos años a ser los jóvenes rebeldes, sin aventurarse a ir más allá de lo que pudieron conseguir en sus primeros obras, y cuyas ediciones –con dineros estatales y aprovechando sus cargos, las relaciones con el poder, son cada vez con más frecuentes, aunque limitadas, sólo para alimentar su ego. Quienes un día fueron audaces y revolucionarios, que deslumbraron con su talento literario y espíritu de rebeldía, hoy son árboles secos que no permiten ver la luz ni crecer nueva vegetación bajo sus ramas.

Son las flores de nuestra decadencia, un cadáver más para advertir que todo huele mal, desde las estancias políticas, la familia y los patios traseros de la casa. Cada tiempo tiene sus artistas, igual su público. La presentación del libro Las Partes, del autor Fabián Guerrero, en la sala Demetrio Aguilera, el 29 de octubre, fue una muestra de ello. Y quienes asistimos a la farsa cabemos justo en aquel circo.

El libro de Guerrero es el monólogo de un cadáver en descomposición. No hay idea mala, hay planteamientos con un lenguaje mediocre que no logra desarrollarse, no toma cuerpo, ni velocidad para despegar la nave de la poesía.

Sólo Rimbuad pudo escapar a tiempo de la literatura, sin pedir nada a cambio, sino más bien ignorándola por completo, hasta que el tiempo se encargó de darle su verdadera dimensión a la obra.

Tú, hipócrita lector, mi camarada, mi amigo.