Sonntag, 26. April 2009

PARA OPINAR HAY QUE GANAR ELECCIONES*

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-Nunca lo fue-, intervino él, -y tampoco el MPD, el partido Socialista y sus numerosas tendencias, Pachakutik o los movimientos sociales, porque éstos estuvieron siempre con el gobierno de turno, igual que sanguijuelas: prendidas de la piel y succionando la sangre de ese animal que camina lento y tiene caparazón grueso, como es el estado. Ayudaron a la derecha a botar a un gobernante de su sillón y luego se repartieron el poder. Siempre iban separados, riñendo entre ellos por las migajas que les tocaban, pero migajas al fin y con ellas fueron tejiendo su camino a la cumbre; buscaban una mula para cruzar el desierto y así seguir existiendo en el tablero político, tal parásitos asquerosos a la vista, y la encontraron en Gutiérrez, con quien fueron gobierno por seis meses, aunque éste los echo después a patadas de Carondelet. Dos años más tarde se encontraron con Rafael Correa, a quien –al principio- no apoyaron su candidatura, mas al ver el optimismo que él despertaba en la población, sellaron un pacto de sangre para la segunda vuelta electoral y ganaron otra vez la presidencia. Allí aprendieron que juntos eran fuertes y que desde simples vocalías en instituciones claves ellos eran capaces de preparar el camino para tomarse todas las instituciones del país. En marzo del 2007, cuatro miembros del tribunal electoral destituyeron a medio congreso, bajo el argumento de impedir la realización de la asamblea constituyente. En un organismo conformado por siete vocales, fueron mayoría un socialista, otro de Pachakutik, otro del MPD y uno del partido de Abdalá Bucarán. Los diputados impusieron recursos de amparo ente los jueces, pero éstos eran destituidos de inmediato, en caso de atreverse a analizar siquiera la demanda, por el mismo tribunal electoral, bajo el argumento de que éste era la máxima y única instancia en tiempo de elecciones. Acudieron al tribunal constitucional, pero allí estaba una mayoría afín al poder ejecutivo. Y el resto es un capítulo oscuro de atropellos a los derechos civiles, a las instituciones del estado, un regreso a prácticas, mañas y trincas políticas que creíamos sepultadas con el siglo anterior, bajo el logo: la revolución avanza y nada la detiene. La pregunta es: ¿avanza a dónde?

-Si el estado es generoso con los políticos-, insistí con mi cuento chino, - dividirse es una excelente estrategia para confundir a los votantes, haciéndoles creer que, frente a los aburridos políticos de cada día, las nuevas listas son una alternativa. En el fondo la idea es cruzar solos el río para unirse en la otra orilla y allí, de acuerdo al número de votos que lograron en las elecciones, repartirse de nuevo las instituciones del estado, ahora con una constitución remendada a su medida. Nadie duda que Rafael Correa gane la presidencia en la primera vuelta con más del 50% de votos válidos. Dinero es lo menos que falta para el circo. Nadie sabe cuánto gastó el gobierno hasta hoy durante los dos años y medio de campaña. Hay un avión nuevo de 32.5 millones a su disposición, el mismo que sólo en mantenimiento se malgasta 32.000 dólares mensuales, se lo use o no, y cuando emprende vuelo los egresos se multiplican por 5. Los gobiernos de países europeos, en cambio, usan las líneas comerciales. Y no va una caravana de 80, 120 personas, como jeques de países petroleros, cuyos aviones están llenos de esposas, hijos, nanas, eunucos, profesores privados, cocineros, mascotas y hasta caballos de raza, sino un grupo reducido del gobierno, encabezado por su presidente, dos o tres ministros, igual número de traductores, asesores y cuerpo de seguridad. ¡El venerable rey de Tailandia no tiene avión privado! Y cuando viaja lo hace en Thaiairlines, una empresa estatal de mucho prestigio en el mundo. Igual el primer ministro; mas en estas tierras tropicales el presidente posee un helicóptero exclusivo para sus tramos cortos al interior del país y el avión nuevo para movilizarse a ciudades que requieren de 20 a 30 minutos de viaje; por ello, en estos tiempos de campaña, es decir, desde que llegó a Carondelet, lo vemos en la pantalla desayunando arroz con guatita en los suburbios de Guayaquil, a las 10 de la mañana desfila por el centro de la ciudad al frente de la caravana de su partido. Almuerza en Cuenca, apoya a sus candidatos en Azogues y en la noche asiste al pregón de las fiestas de Ibarra. Magia o simple transubstanciación de nuestro gobernante.
-Una agenda apretada, lo sé-, intervino Jorge, -demasiado aburrida y onerosa para los reporteros de los medios que debemos desplazarnos tras él a fin de cubrir la información.

-Es imposible estar en varios lugares en un mismo día si no poseen la logística del gobierno. ¿Cómo lo hacen ustedes?-Pregunté lleno de curiosidad.

-Los medios afines al poder siempre tienen un asiento en el avión presidencial, un auto para los desplazamientos en tierra, una habitación de hotel en el pueblito donde nos sorprende la noche, un plato de sopa caliente, una bebida, aparte de las tomas exclusivas por los camarógrafos, las entrevistas y hasta ciertos documentos de primera mano, como premio a su lealtad, que es igual a complicidad y silencio. Yo también he disfrutado, en ciertos momentos, de tal generosidad durante mis viajes de trabajo.

-¿Tú?-Le miré fijamente, intentando de acercarme a él a través de la cámara. –Es bueno ser generoso con dineros ajenos. ¡A ver si gastan de sus bolsillos!

-Qué quieres, -replicó sin enfado-. Con el tiempo aprendes que los necesitas para llenar las páginas en sus diversas secciones, sino los medios serían aburridos. Un escándalo se cubre con otro más espectacular, a veces descuidado por ellos, y otras con intención. La estrategia de ciertos gobernantes de corte populista es mantener la ciudadanía a la expectativa con nuevos insultos, amenazas, denuncias. No lo sueltan de un tirón, sino poco a poco, calculando los tiempos, las circunstancias, los niveles de popularidad. El objetivo es volver indiferente a la población -hasta el fastidio, a fin de ellos, tras la pista de los payasos, las fieras, los contorsionistas y trapecistas, poder trabajar en paz por sus objetivos.

-Y tú ¿dónde estás? –Le desafié a contestarme sin pensar mucho. ¿Eres de los trapecistas o del público hastiado con tanto circo?

-Mi actividad es informar.

-¡Qué aburrido es entonces!

-Tanto como mi profesión. Pero me ordenan hacerlo, me pagan por ello. Si la mayoría de población es feliz con las actitudes y acciones de nuestro gobernante, entonces, está bien. No en vano lidera las encuestas de popularidad. Su sentencia, ante las denuncias de la Sociedad Interamericana de Prensa, de que para opinar hay que ganar elecciones primero, calza bien en este contexto. Democracia es la decisión de la mayoría, ¿o no? A la gente no le importa si su gobernante maneja un doble discurso, si tiene o tuvo conexiones con la narco guerrilla, si los precios de los alimentos han subido, si llega o no inversión foránea, si se cierran plazas de trabajo, si toma los dineros del IESS, si abandona o no la dolarización. La gente lo eligió para que haga lo que está haciendo, justo eso. Él es el maestro de ceremonias, el que presenta al domador de fieras en la pista, pone la luz, el sonido, maneja su voz de acuerdo a la intensidad de la función. A veces él mismo es trapecista, bailarín, vendedor de palomitas de maíz. Pasa las antorchas encendidas al escupidor del fuego, se sienta en el lecho de clavos del misterioso contorsionista, alcanza las botellas al comedor de vidrios, los utensilios del que hunde las espadas en su boca o echa a empellones del escenario a los payasitos cuando éstos le arruinan o le roban el show. Nada escapa a su mirada. El escenario es su salsa. El micrófono, la cámara, sus mejores armas. Posee una energía envidiable y un resistente que le permite comer cuanto le brindan en el camino. Ganará las elecciones de mañana. Aunque te duela. Así lo decide la mayoría.

-De ningún modo-, repliqué al instante ante su jab en el mentón. –Muchos se lamentan ahora porque ven afectados sus bolsillos, es cierto. Pero yo no dependo de gobierno alguno para sobrevivir, sino de mi trabajo. Algunos de nuestros amigos intelectuales se han pasado a filas gobiernistas. Bien por ellos, que estaban muriendo de hambre. En ello se resumen sus años de rebeldía. Tomaron la limosna y se quedaron quietos. Sordos, mudos y, lo peor, sintiéndose realizados. Allí tendrán empleo seguro, casa, viajes, a cambio de sumisión y silencio. Mientras él esté en su sillón, nada les faltará, ni agua para calmar la sed, ni pasto fresco, porque su pastor velará por ellos. Al otro candidato a alcalde, a Gustavo Pareja, una simple llamada de Carondelet le bastó para desertar del PRIAN y pasar a filas gobiernistas. ¿Qué se acordó? Nunca lo sabremos a ciencia cierta. Son como esas noches de amor de la casada infiel que, antes de abandonar el hotel, obliga a su amante ocasional a guardar silencio de lo sucedido en las cuatros paredes. Un familiar cercano al candidato me explicó así: “El gobierno recibió informes de encuestas realizadas a nivel Otavalo sobre la intención de voto para la alcaldía, en las que mi (digamos, abuelo) estaba a la cabeza, seguido de Mario Conejo. Un día llamó al celular un asesor de la presidencia para sugerirle de manera amable separarse de Alvarito Noboa, no ir por la alcaldía con la ID, (como era su intensión) y fundar un nuevo movimiento (al que luego se denominó poder ciudadano) con los desertores de ambos partidos tradicionales, pero bajo el auspicio del gobierno central, a cambio de no fiscalizar sus doce años al frente de la prefectura. Mi (abuelo) no tuvo alternativa. Yo pensé, ¡qué pilas sus asesores! Con esta maniobra le serrucharon el piso al Prian, a la ID y gane quien gane las elecciones, la alcaldía será un trofeo más para el gobierno de la revolución ciudadana.

Por lo menos el señor Pareja tuvo la dignidad de renunciar a su cargo antes de ir por la alcaldía. No así los asambleístas del congresillo, el mismo presidente de la república y tantos funcionarios públicos que, con dineros del estado, pagaron sus campañas. No en vano la mayoría gobiernista redactó y aprobó la nueva constitución remendada de acuerdo a sus intereses. Con ella, hoy no es necesario renunciar a sus cargos, tampoco pedir licencia. Ganan sus sueldos completos aunque estén de candidatos y no cumplan sus funciones. El estado ya gastó 200 millones de dólares en el proceso de redacción y aprobación de la nueva carta magna, en tanto que para estas elecciones se destinó 50 millones más. El país está lleno de banderas, afiches con las fotos de los candidatos, los medios repiten cada segundo las interminables cuñas electorales.

En cuanto a los ocho años en la alcaldía del señor Conejo, diré, sin duda, que la ciudad ha cambiado mucho durante su administración. Aquel espíritu idílico de sus calles empedradas -donde parecía no haber tiempo-, sus casas con paredes gruesas de tierra, habitadas por hombres de trenza y alpargatas, dieron paso a las construcciones de hierro y cemento, propia de nuestra época, convirtiendo a ésta en una ciudad más, y sembrando en nosotros la nostalgia por aquello que no tendremos jamás. Que las obras municipales avanzaron, es innegable; fueron ocho años para adornar parques, adoquinar las calles principales, renovar el sistema de agua potable y alcantarillado, aunque la gran transformación urbana de Otavalo se debe también al esfuerzo particular de sus ciudadanos, mas ello no significa que el desarrollo haya sido igual para el resto de sectores alejados del centro. ¡Los votos que quitan o ponen un rey en su trono están justo en los grandes conglomerados! Y allí es donde se debe trabajar, o por lo menos en sitios donde es más visible la obra pública; en tanto que al resto se le da migajas apenas y ya está contento. Las falencias del estado son más evidentes en un pueblo pequeño. Mario Conejo llegó a la alcaldía, no por méritos propios, ni con una extensa labor dedicada al servicio de la colectividad, sino gracias a los errores de sus antecesores en el consejo municipal. Es común oír en los comentarios de la ciudadanía: “él por lo menos no roba como los anteriores, por lo menos hay veredas con baldosa, por lo menos hay un parque bonito...” En buena hora por él. La administración de recursos públicos requiere de mucha prudencia, visión de futuro y, sobre todo, de equidad con todos los sectores, por insignificantes que asomen en el mapa electoral. Igual podemos decir de Ibarra, Atuntaqui o Cotacachi, en cuanto a eficiencia municipal; pero pensemos también un minuto: son 530.000 barriles de petróleo que el estado vende cada día desde el 2002, más ingresos de aranceles, impuestos del SRI, cargas tributarias… Son sumas incalculables que ingresan a las arcas fiscales y que se entregan, en porcentajes, a los municipios. Con tanto flujo monetario en sus cuentas, sería imperdonable que las obras no asomen en las ciudades, aunque se descuida los sectores rurales. Y es insoportable que cada segundo sus autoridades nos restrieguen en la cara lo que han hecho -usando nuestros dineros y abusando de nuestra paciencia.

Al fin llegamos al coliseo, la noche del 13 de marzo, en Otavalo. El señor Correa subió si presentación alguna al escenario, tomó el micrófono y allí empezó su show. Habló de lo bueno de su gobierno. Fustigó a los banqueros, a la prensa y al final presentó uno por uno a “mis ministros”. Como si fuera una de sus cadenas radiales de los sábados, narró lo que había hecho durante el día, lo que comió y lo que iban a hacer al siguiente. Por la mañana: paseo en bicicleta desde Otavalo a Cotacachi. Allí iba a desayunar, a encontrarse con los ciudadanos…luego, en medio de su euforia, dijo: “éste es un gobierno del pueblo y a él debe responder por sus actos. He traído a todos mis ministros (los fue presentando uno tras uno, a cada cual por sus nombres y hasta a algunos por sus cualidades físicas) y ellos estarán mañana sábado en la escuela 10 de agosto, a partir de las 10 de la mañana. Vengan y pregunten lo que ustedes quieran. No tenemos nada que ocultar, y más bien estamos aquí para responder por lo que hacemos. Ya lo saben, (se dirigió a los ministros), mañana deben estar en las aulas recibiendo al soberano.” (Aplausos). Luego vino el resto de la ceremonia. Las danzas, los obsequios.

Yo no pude resistir más y salí en busca de un hotel, pero todos estaban ocupados con los nobles visitantes. Quise guardar mi auto. Ningún garaje tenía un lugarcito para mi cacharro. Los restaurantes estaban sin comida. Los nobles visitantes habían devorado todo. Enojado decidí manejar media hora a refugiarme en casa de mi madre. Conté el número de autos del estado al servicio de la campaña electoral: 92 hermosos autos nuevos de marca, en los que viajaban asesores, guardias, mascotas, y hasta familiares de los ministros. Fueron tres días de trabajo en la bella provincia de Imbabura.

El 13 de abril, mientras yo descansaba en casa de mi suegra, después del almuerzo, escuché un ruido de sirenas. Yo me desperté asustado. De pronto escuché la voz de ella ordenándome: “Hijo, dame comprando el gas.” Abrí la ventana y para mi sorpresa vi al señor Correa avanzando por las calles de mi pueblo subido en una camioneta y con megáfono en mano llamando a la población a votar por la lista 35. A la tarde fui a Ibarra a comprar repuestos para mi escarabajo, mas en medio viaje, debí detenerme a un lado de la carretera hasta que pase la caravana presidencial. El presidente iba en (nuestra) limosina de paso al aeropuerto. Por la noche me enteré en los noticieros que desfilaba en Machala. Así termina mi historia de encuentros con él en Imbabura. De vuelta a casa me acordé de una frase célebre del ministro Patiño, que también estaba aquella vez junto al señor presidente: “Vendedores de culebras”.
Hey, Jorge, ¿estás ahí? Ni modo, estamos en contacto, entonces. Yo por mi parte iré al concierto de Fausto Miño, que cantará al pueblo otavaleño en el cierre de campaña de Mario Conejo. En la tarde una de sus brigadistas y amiga mía, me obsequió una funda de galletas con el nombre del candidato. Yo sonreí.

-¿Esto vale mi voto? –le pregunté.

-No-, respondió ella: -vale el concierto-.

-Vamos entonces a disfrutarlo-. Era una invitación a venir conmigo, pero ella estaba trabajando. -Si el estado es generoso no hay por qué ser resabiados. ¿Cuánto cuesta un concierto de Fausto Miño? ¿Cuánto se pagó a los otros artistas? A la siguiente noche, Gustavo Pareja dobló la oferta. Si es por alegría, no falta en el país. Bueno, por lo menos hay trabajo para los artistas, los medios, las imprentas, los confeccionistas de camisetas…mañana, ya veremos mañana. Esta fue la historia de dos candidatos en Otavalo. 5947 dignidades se eligen a nivel nacional. Habemus Presidente.

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