Montag, 15. Juni 2009

tiempo de partir

Con caricaturas de Bonil



“El hombre se vuelve valiente cuando está con mujer nueva y cuando tiene dinero”, reza un adagio popular en Brasil y demasiado cierto en nuestras tierras tropicales. El precio del barril de petróleo está de nuevo al alza, aunque no en los niveles del 2007, pero más cerca de los pronósticos de muchos “brujos económicos” y ello permite a nuestros “revolucionarios” tener una burbuja de aire para respirar -aunque de modo artificial, por lo menos este año. Y luego…luego ya veremos qué se hace. Es tiempo de ser valientes otra vez, de profanar las tumbas y frente a sus esqueletos recordarnos cada instante lo mal que nos fue cuando ellos estuvieron en el poder y de lo bien que nos va con las mentes lúcidas de ahora. Es tiempo de los insultos, la persecución a través de los organismos del estado contra quienes no están de acuerdo con los proyectos del gobierno.

Si es por democracia, Ecuador es campeón: ¡Fuimos siete veces a las urnas en dos años y medio! Si es por constituciones, tenemos 22 frente a 1 de Estados Unidos. Si es por presidentes llevamos ventaja: en ocho años tuvimos diez, frente a uno de Colombia o dos de Francia. Hasta un triunvirato, por más señas. Si es por morosos, no pagamos, simplemente porque creemos que los prestamistas se aprovecharon de nosotros…pero luego de malgastarnos los créditos. Si es por convenios de comercio, nos aislamos no más, mientras nuestros vecinos buscan nuevos mercados donde vender sus productos. Creemos, no, creemos no. Creen que prohibiendo o alzando los aranceles a las importaciones Ecuador ganará cuanto su industria y sector productivo no es capaz de generar y en vez de ello, basta un paseo por la ciudad para ver con asombro que las mercaderías de prohibida importación abundan en los almacenes, solo que a precios más altos, que paga el consumidor, gracias al contrabando, que se multiplicó por diez, pese a los esfuerzos de las autoridades; en tanto la industria local no se recupera y no tiene visos de hacerlo en los próximos meses, mientras no se aclaren las reglas de juego de parte del gobierno, reglas que deben estar acordes con los tiempos en que vivimos y no guiadas por un recetario ideológico que ha fracasado en otras regiones.


Un país que no produce pasa a ser dependiente de importaciones, no hay otra lógica en economía. Aquí estamos ocupados en "refundar Ecuador", mientras las naciones vecinas se recuperan de la crisis mundial y apuntan sus industrias a conquistar nuevos mercados. No hacía falta otra constitución. Bastaba con respetar y cumplir con la que descartamos en las urnas. Hay una nueva ley de tránsito y para desgracia nuestra los accidentes se han incrementado a nivel nacional de modo alarmante. ¿La ley es mala, entonces? Los niveles de vida alcanzados por otros países fueron con trabajo y mucha disciplina. Aquí se reparte miseria en vez de generar riqueza e intentan convencernos que uno debe comer su sopa y basta, porque del resto se ocupan "los elegidos". Uno no puede encender la radio o el televisor porque sus espacios están llenos con propaganda oficial. Desde hace meses se recuerda a los habitantes la adquisición de 35.000 chalecos anti balas para la policía nacional. Las voces de ingenuas ancianas sirven para recordarnos que los servicios en los hospitales estatales ahora son gratuitos. Los canales estatales son dueños de los derechos de televisión para transmitir los partidos de las eliminatorias de futbol Sudáfrica 2010 y cada minuto nos restriegan en la cara 68.000 niños de la calle fueron incorporados a la educación, 850.000 niños reciben alimentación, libros, uniformes escolares gratis de parte del estado, que el sistema vial es de primer orden, que la agricultura empieza a despegar, que la gripe porcina está bajo control, que la industria local está en los mejores niveles como nunca antes. Insoportable, simplemente, porque la realidad aquí es diferente.

Por citar algunos ejemplos: es cierto que por la atención en los hospitales no se cobra, pero se tiene que hacer inmensas colas con uno a dos días de anticipación. No hay medicina gratuita como se pregona en la propaganda oficial: al usuario le entregan la receta, éste va a la farmacia del hospital y allí le dicen que justo ayer se acabó la medicina, o le dan dos tabletas ese rato, cuando la dosis es para ocho o quince días, y el resto debe ir a comprar en las farmacias de afuera, por lo general pertenecientes a un médico o pariente de alguien que trabaja adentro. Pero más preocupante es que los primeros beneficiados de las buenas intenciones del gobierno es justo la gente de estratos altos, la que siempre tiene sus padrinos en los hospitales y no deben hacer cola ni madrugar para recibir un turno; además, las medicinas de las bodegas si hay para ellos, porque la salud ya es de todos, no solo de los pobres.


Otro caso: el gobierno -durante campaña electoral- declaró al país libre de analfabetismo y se armó tremendo jolgorio en cada ciudad donde él llegó, pero una vez pasada la calentura de las elecciones nos enteramos que solo en la provincia del Guayas hay un 9% de población que no sabe leer ni escribir, mientras en Imbabura es el 11%. Ello, por cierto, no es sólo culpa del actual gobierno, mas éste no debería empeñarse en dibujarnos un país que existe solo en sus discursos, mientras sus acciones y palabras apuntan en dirección contraria. Ayer fue otro día de elecciones y ojalá haya sido el último durante los próximos cuatro años.

Es tiempo de dejar de ser valientes pensando que el precio del petróleo va a subir de nuevo, y dedicarnos a trabajar. El pretexto burdo de suspender a un canal de televisión porque transmitió las corridas de toros, o por haber informado "con mala intención" sobre la existencia de un centro paralelo de cómputo durante el conteo de votos en las elecciones del pasado 26 de abril, solo empaña aún mas el panorama nacional. Más allá de afirmar si hubo o no fraude electoral, tal como hoy se escucha de Irán, o se dijo de Venezuela o Nicaragua (vaya coincidencia) contaré lo que yo viví aquel domingo en que se eligió presidente.

Aclaro, no es mi afan crear más polémica. Mi hermano, conserje de una escuela en Otavalo, y recinto electoral durante las votaciones, me pidió ayudarle a vigilar para que nada se pierda. La jornada transcurrió sin novedades, hasta que llegó la hora de abrir las urnas electorales, contar, escanear y luego enviarlas -con las respectivas firmas de responsabilidad- a los centros de cómputo en Ibarra. Yo me dediqué a controlar aula por aula a fin de que todo esté en su lugar, mas cuando oí discutir a los responsables del conteo de votos, me acerqué de inmediato a la aula improvisada para abrir las urnas y pude comprobar lo que ocurrió: en la mesa 4 de dicha escuela estaban inscritos para votar 355 personas, y resultaron 732 votantes, y casual o no, todos los votos fueron para Rafael Correa y Mario Conejo, candidato a la reelección de alcalde de Otavalo. Luego abrieron la urna de la mesa 8, y allí estaban registradas 482 personas para sufragar, pero asomaron 807 votos y otra vez por ambos candidatos en mención.

¡Ese si que fue un buen número de magia! Los vocales dijeron que no se preocupen, que se entregue no más las urnas a los militares para que éstos las lleven al tribunal electoral de Ibarra. Hasta las 20:00 hrs. el candidato Gustavo Pareja llevaba alguna ventaja al señor Conejo, pero a las 21 horas éste último salió a festejar el triunfo. Luego vinieron las acusaciones de fraude del resto de candidatos a nivel nacional; en otras ciudades -inclusive- los habitantes quemaron las urnas electorales y ello condujo a nuevas elecciones. Insisto, yo sólo escribo lo que vi en la escuela donde trabaja mi hermano. Ignoro lo demás. Por fortuna ya tenemos el certificado de votación. Sin él nada somos. Mi ticket de regreso a Asia está listo. Aquí se me descargan demasiado rápido las baterías.

Es tiempo de volver a Bangkok.

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